El Partido de la Liberación Dominicana (PLD), desde su fundación en 1973, hasta mediados de la década de los noventa, asumió entre sus tareas fundamentales la formación política de sus miembros, lo que sin dudas constituía una garantía para que su militancia pudiera mantenerse actualizada sobre los principales problemas socioeconómicos y políticos que ocurrían en el mundo.
Esa práctica originaria les permitía, además, a los militantes del PLD estar en condiciones de formular y defender planteamientos y propuestas apropiadas y pertinentes sobre los principales problemas mundiales y nacionales, con capacidad crítica, reflexiva, analítica, interpretativa y propositiva.
La situación se mantuvo hasta que en su VI Congreso Ordinario Profesor Juan Bosch, celebrado en el año 2000, el PLD decidió convertirse en una organización de masas y se eliminaron los Círculos de Estudios. También desaparece la educación política obligatoria, y en consecuencia la formación política pierde fuerza y relevancia. Sin embargo, la realidad socioeconómica y política que se está viviendo en la mayoría de los países del mundo, y en especial en nuestro país, demanda que el PLD estudie y analice a profundidad esas realidades; que observe con detenimiento las situaciones vividas por otras organizaciones políticas de América Latina y otros países del mundo, a fin de que tengamos una clara visión sobre la responsabilidad que nos corresponde en la concienciación colectiva del pueblo dominicano; lo que implicaría necesariamente, retomar la formación y la profesionalización de la política como tarea fundamental.
En la actualidad, muchos dominicanos y dominicanas, al igual que una gran parte de los ciudadanos y ciudadanas del mundo, cuestionan la legitimidad de los partidos políticos y su capacidad para afrontar los múltiples y acuciantes problemas que viven la mayoría de las sociedades; sobre todo su capacidad para encarnar, asumir y defender las aspiraciones y expectativas de la gente.
Ante esa situación, las y los peledeístas no debemos olvidar los principios y valores que nos caracterizan, como garantía para mantener la firmeza, la confianza, la credibilidad y la lealtad partidaria que nos legara nuestro fundador y líder de siempre, el Profesor Juan Bosch.
Resulta indudable que en la actual coyuntura, el PLD demanda procesos de profunda reflexión frente a un pueblo que nos reclama hacer de la política una experiencia de servicio, enaltecida por los más elevados valores éticos. Estamos frente a una nueva sociedad que nos demanda una práctica política que impulse soluciones pertinentes y oportunas a los problemas del país; que requiere de políticos y políticas capaces de asumir e interpretar las necesidades y aspiraciones de la ciudadanía.
Acabamos de concluir un proceso electoral exitoso, en el cual nuestro presidente, Danilo Medina Sánchez, como valoración a su obra de gobierno, obtuvo una votación sin precedentes en la historia del país. Logramos una gran mayoría en los cargos congresuales y municipales; pero, como nos enseñó Bosch, todo proceso, aun siendo exitoso, requiere una evaluación exhaustiva para identificar fortalezas y debilidades.
En ese sentido, sería importante que promovamos un proceso de reflexión que nos conduzca a definir con claridad la ruta a seguir para que podamos seguir diciendo con orgullo que somos un “Partido Único en América” en el cual la lealtad partidaria siga siendo uno de nuestros principios y el respeto a las decisiones del Partido continúe como una práctica inquebrantable para todos los y las miembros de la organización.