Participación Ciudadana ha hecho una importante contribución a la consolidación de la democracia, apoyando su desarrollo institucional y garantizando la transparencia de los procesos electorales, lo que le ha valido el reconocimiento de la sociedad.
Siendo esto así, PC debería cuidar su imagen de imparcialidad manteniéndose al margen de las controversias partidistas, lo que no ha ocurrido recientemente, pues ha tomado partido en el debate sobre inmigración y soberanía. Además, ha perdido prestigio al liderar una posición minoritaria, pues la opinión pública apoya en más de un 80% la sentencia del TC.
Su desgaste ha sido mayor debido a su insistencia de recabar apoyos de instituciones internacionales sesgadas, que han denunciado y condenado al país.
Se podría argumentar que se trata de defender los derechos de una colectividad vulnerable. Sin embargo, la definición y alcance de los derechos de los inmigrantes son parte esencial del debate político. Se podría contra-argumentar que la defensa de esos derechos es un deber ético. No obstante, su activismo parecería consistir en un esfuerzo por imponer una posición dogmática sobre lo que debe ser y no debe ser, que muchos no compartimos. Nos resulta preocupante que la imparcialidad de PC sea cuestionada en un futuro proceso electoral, si uno de los contendores mantuviera una posición sobre la inmigración diferente a la suya. Además, en el debate PC ha mantenido una posición de enfrentamiento con el ente electoral, lo que no augura un clima de cooperación para que pueda cumplir su papel correctamente.
En fin, creemos que el activismo de PC en el debate político únicamente se justifica en casos que conciernan al ordenamiento democrático. Creemos que a la sociedad le conviene que PC se centre en el papel que le ha ganado una merecida reputación, como un actor indispensable en el desarrollo de la institucionalidad democrática y como garante de la transparencia de los procesos electorales.