El Padrino

Michael Corleone es el héroe trágico contemporáneo. Hay algo en sus gestos y, sobre todo, en su historia que nos hace verle cercano,…

Michael Corleone es el héroe trágico contemporáneo. Hay algo en sus gestos y, sobre todo, en su historia que nos hace verle cercano, vulnerable y destinatario de una desgracia que no pudo evitar. Es El Padrino una metáfora de qué ocurre con el valor que se da a la familia, a los amigos y al país cuando el dinero manda: cuando no es personal, sólo “business”.

Parecería un gran desacato comparar la saga El Padrino de Mario Puzo y, sobre todo, de Francis Ford Coppola con las tragedias de Shakespeare; Los dramas de Shakespeare están llenos de héroes trágicos. De aquellos que enfrentan su destino fatal y tratan de luchar contra él, sin retroceder; pero que son conscientes que van cayendo paso a paso en aquello que no quieren pero que saben sucederá. A veces el héroe trágico parece tener el triunfo en sus manos y las mejores condiciones para alcanzarlo; pero el destino termina imponiéndose y cayéndole la tragedia al desventurado personaje. Eso son Michael Corleone y Hamlet. Juguetes del destino, individuos arrojados poco a poco a las noches más terribles.

Con su propia visión cada época trae sus mitos, sus leyendas, y sus héroes. El Padrino es un fetiche, un sentimiento, una cofradía que nos reconocemos en ciertos gestos y preferencias personales. Y sorprende que a veces con mucha diferencia de edad aún permanece ese sentimiento de hermandad padrinazga: Nos sucedió a Juan Basanta y a mí cierta vez, cuando éramos vecinos.

La película El Padrino acaba de cumplir 40 años. Sigue igual de vigente porque su mensaje, lenguaje cinematográfico, dirección y actuación están hechos con la materia que se hacen los clásicos: Con calidad.

Se da en El Padrino el caso que su segunda versión es mejor que la primera; pero mejor que una gran primera versión, porque eso no significa que la primera no fuera buena.

Nosce te ipsum, el clásico “conócete a ti mismo”, era la idea fija de Don Corleone, así podía conocer a los otros y sus reacciones. Y como Don Corleone era básicamente un ladrón, chantajista y asesino, así entendía que eran los otros; pero Don Corleone nos cae bien, esa es una de las desgracias del cine.

Entras a una trama en la cual la narración está hecha desde el punto de vista de los malos y ¡toma! te pones de su parte, te preocupa que lo atrapen o que le vayan a hacer algo malo. Es un sesgo cognitivo emocional, una debilidad humana. De ahí, porqué muchos tratamos de escribir la historia, de controlar los medios de comunicación, de contar la película desde nuestro sillón, para ganarnos las simpatías.

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