Padre Ruquoy dice que a Sonia la amenazaban de muerte

Desde Mulungushi Agro, Zambia, en donde se enteró de la muerte de Sonia Pierre el domingo a través de un amigo que le llamó desde Haití, el sacerdote Pierre Ruqouy lamentó la partida de la activista de los  derechos

Desde Mulungushi Agro, Zambia, en donde se enteró de la muerte de Sonia Pierre el domingo a través de un amigo que le llamó desde Haití, el sacerdote Pierre Ruqouy lamentó la partida de la activista de los  derechos humanos de los  dominicanos de descendencia haitiana.

Con dolor, Ruquoy habló de la partida de Sonia al “país sin sombrero”.

“Con esta expresión -según me explicó en uno de los viajes en que le acompañé al vecino Haití- se refieren los campesinos haitianos al mundo de los muertos a donde envían a sus difuntos sin los populares sombreros que siempre llevan puestos”, dijo Ruquoy.

El sacerdote explicó que su comadre Sonia le escribió una semana antes de morir una extensa carta en la que le explicaba que estaba recibiendo amenazas y que se sentía oprimida por tener que andar siempre con un guardaespaldas.

He aquí una misiva del sacerdote, dirigida a la amiga y compañera de lucha que falleció el domingo:

Mulungushi Agro, Zambia, 6 de diciembre de 2011

Querida Comadre Sonia.

¡Desde esta África profunda, le saludo muy cariñosamente! Hace justo una semana, Usted me envió una larga carta explicándome cómo algunos sectores dominicanos la amenazaban de muerte. Usted me decía que no era fácil vivir común guardaespaldas y que Usted se sentía presa. Yo le respondí que su lucha era noble y justa y que algún día íbamos a triunfar. Ahora Usted se nos fue, sin avisar, para el país sin sombrero.

Usted no se imagina cómo he llorado su partida. Han vuelto a mi mente todas esas locuras que hemos realizado juntos. ¿Se recuerda Usted de la primera vez que fuimos a Mapou después de la tormenta que costó la vida a miles de personas, tanto en Haití como en República Dominicana? Nos fuimos en un pequeño cayuco, las aguas del mar nos pasaban encima y pensábamos que nos íbamos a hundir. ¿Se recuerda de todas las noches que pasamos en tiendas de campaña para acompañar a los sobrevivientes de esa famosa tormenta? ¿Se recuerda de los pleitos que hemos tenido para poder dar una casa digna a los sobrevivientes haitianos y dominico haitianos de la tragedia de Jimaní? Por cierto, comadre, una página no bastaría para describir todo lo que hemos hecho juntos en esa tierra querida de Quisqueya. Soñamos juntos con una tierra sin racismo, una tierra sin discriminación, una tierra sin humillación. Soñamos juntos con una sociedad donde blancos, negros y mulatos puedan comer juntos del mismo plato y bailar al  ritmo del mismo tambor de la libertad. Pero Usted se nos fue, sin avisar, para el país sin sombrero.

Comadre, en nuestra Isla querida, los de siempre se alegran por su salida. Piensan que ahora el camino está abierto para practicar su política sucia de discriminación y exclusión. Pero estoy seguro que desde la casa del Padre, Usted va a seguir su lucha, nuestra lucha. Estoy convencido de que Usted va a dar ánimo a Sirana, Mamolón, Marisol y todas las demás mujeres valientes de MUDHA. Creo con todas mis fuerzas que su espíritu va a dar un nuevo rumbo ala lucha y que pronto, muy pronto los dominicanos y las dominicanas de ascendencia haitiana verán todos sus derechos reconocidos y vivirán en paz en la tierra que los vio nacer. Comadre, desde el país sin sombrero a donde Usted se fue sin avisar, llene de valentía a todos los que la aman, especialmente al nieto que usted tanto ha cuidado.

Comadre, algún día nos veremos otra vez: los que aman de verdad nunca mueren.

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