Managua- El presidente Daniel Ortega aseguró su reelección en Nicaragua por cinco años más en los comicios de este domingo, donde según el recuento parcial oficial habría arrasado con más del 62 por ciento de los votos, al concluir un proceso plagado de cuestionamentos por parte de la oposición.
El más reciente conteo del Consejo Supremo Electoral (CSE), emitido a las 02:00 locales (08:00 GMT), otorgó a Ortega el 62,6 por ciento de votos de 5.024 juntas receptoras escrutadas, equivalentes al 38,8 por ciento de las casi 13.000 instaladas en todo el país.
En segundo lugar se ubica el opositor Fabio Gadea con 30,8 por ciento, seguido por el ex mandatario liberal Arnoldo Alemán (5,7 por ciento) y los candidatos Enrique Quiñónez y Róger Guevara, con 0,5 y 0,4 por ciento respectivamente, de acuerdo al CSE.
Fue un proceso casi perfecto, afirmó al filo de la medianoche el titular del CSE, Roberto Rivas, a quien la oposición acusó de fraude en las municipales de 2008, donde el oficialismo ganó 105 de 146 alcaldías.
El apabullante resultado, que lanzó de madrugada a millares de sandinistas a las calles en celebración, generó voces de protesta de grupos de observación nacionales que vigilaron la contienda sin acreditación oficial.
El proceso electoral no fue “justo, honesto ni creíble. Por el contrario, presenta indicios de fraude”, dijo Roberto Courtney, director de Etica y Transparencia, alegando que hubo incumplimiento en 11 de 13 requisitos internacionales de transparencia electoral.
Mauricio Zúñiga, del también vetado Instituto para la Democracia, destacó que en un 25 por ciento de los 13.000 colegios electorales no había presencia de fiscales opositores durante la votación.
Previo al cierre de las urnas, el jefe de los observadores de la Unión Europea, el español Luis Yáñez, había cuestionado las “trabas, trampas y opacidad” que el CSE puso al proceso desde sus inicios.
“Nos hubiera gustado que este proceso fuera más transparente, tanto en las cédulas de votación, en la acreditación de los fiscales, en la observación electoral nacional, en muchos otros aspectos en los que el Consejo ha puesto demasiadas trabas, realmente inexplicables”, subrayó.
También el ex canciller argentino Dante Caputo, jefe de la misión de la OEA, se quejó de que a sus observadores se les impidió entrar en diez de las 52 mesas escogidas para su muestreo técnico, lo que no permitió saber “cómo estaban esas urnas” al inicio de las votaciones.
“Peor que el fraude”, tituló a ocho columnas este lunes el matutino La Prensa, crítico del gobierno, poniendo en duda los abultados porcentajes atribuidos al actual presidente.
Daniel Ortega, que gobernó de 1985 a 1990 y volvió al poder en 2007, se aventuró a buscar la reelección desafiando una prohibición de la Constitución que impide ser presidente más de dos veces y en dos períodos continuos.
Apoyado en un polémico fallo judicial que declaró “inaplicable” ese precepto para su persona, Ortega intentó acallar las críticas a su candidatura, para muchos la primera gran irregularidad del proceso que culminó el domingo en las urnas.
“Esto mismo lo hicieron los ex presidentes Oscar Arias (de Costa Rica) y Alvaro Uribe (de Colombia)”, le respondió este domingo Ortega a una periodista extranjera que le preguntó si su postulación era ilegal.
El mandatario también trabajó su reelección a partir de una gestión de gobierno dirigida al sector poblacional más pobre del país, que en los últimos cinco años recibió techos para sus viviendas, títulos de propiedad y los beneficios de un sistema de salud y de educación -aunque deficientes- totalmente gratuitos.
Además, la millonaria, puntual e ilimitada ayuda que le reporta a Ortega su colega venezolano Hugo Chávéz desde 2007, sobre la cual no se rinde cuentas al Parlamento, apuntaló los más emblemáticos proyectos sociales del gobierno de Nicaragua, según estadísticas oficiales.
La alianza Partido Liberal Independiente (PLI), principal rival del partido sandinista en esta elección, advirtió que “no reconocerá” el triunfo de Ortega hasta no validar las actas de escrutinio y contar “hasta el último voto”.
Según el CSE, el triunfo del partido sandinista también fue arrollador en las elecciones para diputados del Parlamento (62,9 por ciento), lo que le daría una amplia mayoría en el Congreso unicameral con por lo menos 52 de los 91 escaños.
Analistas creen que con un control casi absoluto del legislativo, Daniel Ortega no tendría ya que echar mano a controvertidas sentencias judiciales, pues podría reformar fácilmente la Constitución y “legalizar” una reelección presidencial indefinida.