La Universidad de Texas se ufana de tener la mejor biblioteca de asuntos latinoamericanos del mundo. Estudié posrtrado allí entre 1966 y 1971. Al entrar al campus se exhiben documentos originales o copiados por excelentes pendolistas, sobre nuestra cambiante civilización, a partir del siglo XV.
Llamó mi atención entonces la deformación de nombres originales, de tradiciones, documentos sacros y la historia. En una exhibición en vidriera, auspiciada por el Departamento de Estudios Latinoamericanos, había de espectadores un gigante grupo de adolescentes de primer año, y otro pequeño grupo de estudiantes latinoamericanos de postgrado, tuvimos la oportunidad de leer actas fundacionales de los Santiago de América.
¿Cómo imaginar la transformación del nombre judío Jacob en tantos sonidos y grafos nacionales, que el hombre común hasta deja de relacionar con el original. Como Diego, Iago, Jacobo, Yaco, Yajub, Yajob, Yaakoov, etc. El colmo lo da España con una absurda interpretación de su santo patrono, talvez fruto de su percibida superioridad nacional. Quiero decir, que el patriarca Jacob, conocido como Israel, padre del judaísmo, y de doce hijos que conformaron la nación hebrea, cada uno con supuesta tradición nacionalista capaz de crear nación propia, o de adoptar una nueva, son la raíz del judaísmo.
Santiago llamaron en castellano a uno de los hermanos de Jesús, de nombre Jacob, que fue seguidor de Jesús, como también Jacob el apóstol hermano de Juan el Bautista. Cuando Roma canonizó este último como Justo, santificándolo, lo inscribió como Saint Jacob (en el castellano de la Edad Media la i desaparece y la palabra se convierte en Sant, mientras los Jacob eran llamados Yaco, Iacó, o Iago, de donde deviene para el Jacob canonizado el nombre de Sant-Iago, que si se une es Santiago. El colmo de España fue que con la canonización de su patrono, el de Zebedeo, al ser convertido en santo le quedó un nombre de gran absurdidez: San Santiago. Solo a un español fanatizado se le ocurre tal disparate. Pero no importa, absurdas siempre han sido la conducta y declaraciones del conquistador.
Como el de ahora. Que se presenta como el viejo colonizador, Cristóbal Colón, declarando que entregará crecimiento y riquezas a la RD, mientras horada nuestra tierra y hace que nuestras aguas se envenenen. Pero éste no se ufana de presentar espejitos ni cuentas. Habla de haber hecho la más grande inversión de nuestra historia. Bueno. Cualquiera puede decir eso si no entiende la diferencia entre valor y costo. Porque mi criterio es de que lo que ahora vale es dominicano mientras el costo es suyo, pero solo para transferir riquezas a su saqueta, mientras el valor nuestro progresivamente se pierde.