Es mucho lo que se critica, con gran razón, lo perjudicial que resulta para el libre juego democrático dominicano el sistema de partidocracia hoy existente en nuestro país.
Fruto de ello es la vergonzante y deleznable acción de transfuguismo político que constantemente se han venido sucediendo dentro de los dos mayoritarios partidos que se disputan hoy afanosamente la Presidencia de la República.
Tal acción se trata mayormente de dirigentes políticos carentes de principio y vergüenza que en la mayoría de los casos procuran ventajas económicas u otras canonjías. Los mayores casos se dan con políticos de oposición que venden su dignidad por dinero o un simple cargo en el Gobierno.
Se trata de una acción penosa que cada vez más va en progresivo aumento. De ahí la importancia de la propuesta del presidente del Partido Revolucionario Social Demócrata, Hatuey De Camps, que busca propiciar un gran acuerdo del máximo liderazgo del grupo de partidos emergentes aspirantes a la Presidencia de la República sin necesidad de alianza con cualquiera de los dos partidos mayoritarios.
Aunque De Camps es también un firme aspirante a la candidatura presidencial por su partido, dice estar en disposición de plegarse a su propia propuesta, en procura de un gran acuerdo de unidad que haga posible el surgimiento de la indicada tercera fuerza política.
De Camps tuvo duras críticas contra el Gobierno y también objetó la conducta política del Partido Revolucionario Dominicano, resaltando la necesidad e importancia de una nueva fuerza política.
Algunas organizaciones emergentes apoyan al PLD, mientras otras favorecen al PRD o se declaran independientes.
Sin embargo, no es lo más conveniente para un régimen democrático la sustentación del sistema basado en una partidocracia, sin derecho de la gran mayoría a ejercer su voluntad en las urnas, sin poder tomar en cuenta una tercera fuerza política.