Fueron muchas las veces que Leonel Fernández se manifestó a favor del sistema de dos periodos consecutivos y nada más. Así se establecía en la Constitución que él revocó en el 2010, porque su carrera presidencial terminaba el 16 de agosto del 2012, cuando entregó la presidencia a Danilo Medina. La Constitución actual, hecha a su medida, no prohíbe la reelección aunque sí la consecutiva. La reelección diferida o indefinida, en la carta vigente, no termina los ciclos ni le pone término a los liderazgos, que suelen anquilosarse con el ejercicio del poder y el tiempo.
La crisis en el PLD es consecuencia de no reconocer que el liderazgo del partido pasó a manos de su sucesor, quien posee mayoría en el Comité Político de 35 miembros y en el Comité Central de más de 600. LF controla buena parte de los legisladores del PLD en ambas cámaras y esos votos podrían ser necesarios para impulsar la reforma que le permita a Medina presentarse una única vez más como candidato. El hecho de que se apruebe la reforma para permitir la reelección consecutiva una sola vez, no significa necesariamente que Medina vaya a reelegirse, ni siquiera que sea el candidato, pues Fernández pudiera disputarle la candidatura internamente, aclarando así quién es el líder verdadero del momento.
Fernández ha sido ya tres veces presidente de la República e independientemente de cuán cuestionado se encuentre por el tema de la corrupción, o sea por el contrario la estampa viva de Jesucristo, con el cual dicho de pasada se comparó, su vuelta al poder sería una amenaza para la democracia, dada la debilidad de las instituciones dominicanas y el control que él ejerce sobre la Justicia y otros poderes del Estado. Si la reforma se cae, Fernández podría ser el candidato en el 2016 y Medina nuevamente en el 2020, con Fernández regresando en el 2024 y Medina en el cuatrienio siguiente. Sería lo de nunca acabar.