Hace unas semanas escribí sobre el importante crecimiento de las exportaciones de las empresas de zonas francas. Ahora es importante que tratemos el tema de futuros acuerdos de libre comercio.
Nuestro país es una de las economías más abiertas de la región y esto queda demostrado con la reducción en los ingresos que han tenido las recaudaciones aduanales, fruto de la baja de los aranceles. En el año 2007 nuestras aduanas recaudaron vía aranceles la suma de RD$1,500 millones. Seis años después, en el 2013, la recaudación vía aranceles, producto de los acuerdos de libre comercio, fue de apenas RD$475 millones. En sólo cinco años las recaudaciones se redujeron más de tres veces.
Diríamos que esta reducción arancelaria debió motorizar las exportaciones gracias a menores precios de las materias primas. Pero ha sido todo lo contrario. De acuerdo a cifras del Banco Central, entre el periodo 2004-2014, nuestras exportaciones han crecido en promedio anualmente un 5.3%, mientras que las importaciones han crecido un 8.2%. Por cada dólar que exportamos, estamos importando un dólar con cincuenta y cuatro centavos.
La mayor concentración de nuestras exportaciones es hacia los Estados Unidos y Haití, con 80% del total del volumen exportado, excluyendo minerales y desechos. Esta dependencia es sin duda peligrosa porque cualquier situación que afecte la economía norteamericana afecta nuestras ventas en el exterior y no tengo que hablar de la fragilidad de nuestras relaciones y de la economía de nuestro vecino.
Nuestras importaciones presentan también una relación digna de análisis. El 51% de estas provienen de países con los cuales no tenemos tratados de libre comercio, el 31% de los Estados Unidos, 9% de la Unión Europea, 6% del Caricom y un 3% de Centroamérica.
¿Qué sucedería a la economía de proceder con nuevos acuerdos de libre comercio para que el 51% de los bienes importados actualmente que pagan arancel entren libres de impuestos?
Sencillo, el déficit de balanza comercial sería aún mayor, con lo cual obligaría al Gobierno para mantener la tasa cambiaria a concertar más préstamos y el 18.1% del total de los ingresos que hoy destinamos al servicio de la deuda sería insuficiente y obligaría a crear nuevos impuestos, ya que aún no tenemos las condiciones para generar más exportaciones y crear condiciones donde podamos cambiar el déficit de la balanza comercial por un superávit. Es decir, exportar más dólares de los que importamos.
En la actualidad la balanza comercial con los Estados Unidos es deficitaria en cerca de 2,800 millones de dólares al año, quiere decir que compramos mucho más de lo que vendemos a esa gran economía. Con Centroamérica, economías más parecidas a la nuestra, la relación es también deficitaria. Compramos en promedio más de 400 millones de dólares de los que exportamos hacia estos países.
A todo este cuadro negativo hay que agregar que los países que insistentemente buscan un acuerdo de libre comercio son México y Colombia. Nuestra economía es totalmente diferente a la de estos dos países. No tenemos petróleo, del cual tenemos una enorme dependencia; los niveles de educación son mayores, producen sus propias materias primas; subvencionan el flete; tienen un sinnúmero de barreras no arancelarias y para terminar el cuadro, el primero ha devaluado su moneda en un 23% el segundo, en más de un 60%.
¿Tendríamos que hacer lo mismo para competir? Nunca he sido de la idea de que para competir es necesario devaluar la moneda. Las devaluaciones llevan a más pobreza y hemos visto el éxito de las zonas francas y el turismo sin necesidad de devaluaciones.
Antes de abocarnos a nuevos tratados que afecten el empleo y generen mayores presiones por nuevos impuestos debemos sacar más provecho de los acuerdos que tenemos firmados. Crear una verdadera cultura exportadora facilitando todos los trámites, mejorando no sólo los precios de los fletes terrestres y marítimos, sino incrementando la frecuencia de barcos que aprovechen nuestra inmejorable situación geográfica.
La creación de los encadenamientos productivos con el fortalecimiento de los enlaces entre sectores agrícolas, turísticos, industriales, locales y de zonas francas, como forma de crear mayor valor agregado nacional, más exportaciones y más empleos.
En esto, tanto México como Colombia pueden ser grandes aliados invirtiendo más de lo que ya han hecho en nuestro país, y por igual empresarios dominicanos en esa gran nación en sectores donde se pueden crear sinergias como lo es el turismo.
Muchas personas critican a las zonas francas sin tener en cuenta la cantidad de empleos formales que generan, sus exportaciones, excluyendo el oro, alcanzan cerca del 50% de la totalidad de nuestras exportaciones.
Me pregunto ¿habrá llegado el momento frente a la competencia que enfrentamos y a la necesidad de crear más fuentes de empleos y reducir nuestro déficit comercial de que convirtamos a la República Dominicana en una gran zona franca de exportación de bienes y servicios?