La elección de David Collado como Alcalde de la más importante plaza política del país, abre una enorme ventana de colaboración entre el gobierno del reelecto presidente Danilo Medina y la próxima administración del ayuntamiento de la ciudad bajo la dirección de un miembro destacado del principal partido de oposición, el PRM, como tal vez nunca ha ocurrido. El mandatario ha tendido un ramo de olivo a sus adversarios y ha expresado sus deseos de establecer un canal de colaboración con los líderes y partidos que le adversaron en la campaña electoral. Y el alcalde electo ha reiterado su propósito de hacer posible ese vínculo en beneficio de la ciudad y sus residentes. Con mejores auspicios no podía iniciarse dentro de tres meses el próximo mandato constitucional.
Para la administración Medina es de vital interés que las cosas funcionen bien en la ciudad sede del gobierno. Y para el PRM, a despecho de la acidez del discurso post-electoral, es fundamental poder probarle a los electores su capacidad para dirigir los destinos de la nación y nada como la ciudad de Santo Domingo para mostrarlo. De manera que si Collado llegara a encontrar oposición dentro de su propio predio político a sus deseos de encontrar en el gobierno un punto de apoyo para llevar a cabo un efectivo programa de reordenamiento y buena administración de la ciudad, el fracaso resultante no se le será atribuido a él sino a la mezquindad propia de la irracionalidad partidaria.
El presidente Medina y el próximo alcalde Collado tienen pues la invalorable oportunidad de enseñarle al país que a pesar de las diferencias políticas, se puede trabajar juntos en beneficio de la colectividad, sin necesidad de renunciar a ellas. Y, como los residentes de Santo Domingo esperan de ambos, esa sabia cooperación podrá hacer realidad el anhelo de convertir la principal plaza de la República, en un lugar ideal para vivir y sembrar ilusiones.
