Un egoísmo desbocado y valores pervertidos constituyen hoy el principal mal de las sociedades occidentales. Que Dios haya muerto y que los hombres no necesiten de mitos y falsas consolaciones que ofrecen las religiones fueron los primeros argumentos que trataron de imponer los “creadores del hombre Nuevo”. ¿hasta dónde nos ha llevado este relativismo? Esta muerte de las ideologías y religiones, como preconizaba Francis Fukuyama, ha llevado más lejos de lo que podíamos imaginar: Al Homo homini lupus.
Unos exagerados e incómodos movimientos políticos de Leonel Fernández y su entorno de gobierno han llevado al descrédito a casi todas las instituciones del Estado dominicano, incluida la prostitución de la justicia. ¿Qué han hecho con el sistema judicial dominicano? Repartirlo como si fueran suyas cada una de las magistraturas. En un vano intento de protección post-electoral se han organizado verdaderos comités de bases del clan peledeísta que nos gobierna en estos días. Unos comités de bases que se estrenan con la terrible realidad de que pase lo que pase en las elecciones ellos podrán decidir lo que más les convenga. Porque no es otra cosa lo que nos están diciendo los jueces peledeístas del Tribunal Superior Electoral (TSE) con sus últimas “sentencias”, sin ninguna vergüenza, sin ni siquiera pensar que el efecto boomerang los podrá sentenciar a su desgracia. Que a males tremendos, remedios tremendos.
Por otro lado están los que hacen la promoción de la moral social y de los valores para creerse ellos mismos sus mentiras, las pérdidas personales, al fracaso como personas decentes que fueron alguna vez. El poder envanece, el dinero corrompe y el terror a la persecución judicial parece que vuelve loco. Otra cosa no puede ser toda esta locura que están haciendo. Todo este montaje para tratar de blindarse.
“La inseguridad jurídica no es sólo ese problema entre grandes multinacionales y los juzgados, con intervenciones estelares de embajadores osados. La inseguridad jurídica perjudica la vida diaria y la hacienda de los ciudadanos. La falta de reglas claras, o del cumplimiento de las reglas que creíamos tener, ha provocado estas zozobras” parafraseando a la Aizpún; pero es que la inseguridad jurídica ha llegado a la inseguridad en la existencia del Estado mismo.
Lo del Estado fracasado no es solo por lo de las condiciones de vida y el desorden administrativo, es porque a un Estado, a una Nación, a un pueblo dominicano lo han convertido en el Nueva York chiquito que soñó un niño de Villa Juana que pensó que el Estado y la República Dominicana no debían existir, sino solo como un patio trasero, el backyard de los peores barrios de Nueva York.