He estado apoyando a Danilo Medina desde que lanzó su pre-candidatura presidencial en el año 1999, hace ya 17 años. Viviendo en Miami en ese tiempo, el cónsul dominicano en dicha ciudad, mi amigo ido a destiempo Javier González, me llevó a un encuentro político con Danilo y al escuchar su visión y sus planteamientos sobre los diversos temas nacionales, quedé gratamente impactado y asumí su proyecto político. En estos 17 años que han pasado, he puesto todo mi esfuerzo para que Danilo haya alcanzado la presidencia y se haya mantenido allí. El pasado miércoles estuve presente en el acto de inauguración de La Nueva Barquita y puedo decir con profunda satisfacción que, independientemente de todas las grandes cosas que ha hecho durante su gobierno, solo por ese proyecto de La Nueva Barquita ha valido la pena todo el esfuerzo de estos 17 años apoyando a Danilo.
La Nueva Barquita es un proyecto social de dimensiones históricas. No es un simple traslado de más de 1,600 familias a una nueva ciudad hermosa, habitable y moderna, sino que es la transformación completa de sus vidas. Es el cambio de nivel social a más de 6 mil personas que vivían en condiciones infrahumanas y marginados de todo. Es una forma de llenar a todas esas familias de bienestar y alegría, un reto para transformar sus vidas, una vía para ver con ojos diferentes todos los amaneceres y saber que son criaturas de Dios que cuentan con el amor y la protección de su Padre Celestial. Durante el acto no paré de llorar al escuchar los testimonios de los habitantes de la vieja Barquita, que mostraban su alegría y enorme satisfacción por encontrar una vida mucho más digna. Al ver a un grupo de niños y jóvenes que han sido formados en el arte durante el período de preparación del traslado, cantando una hermosa canción de agradecimiento. Y al ver toda una comunidad de gente que sólo tenían temor y desesperanzas, llenos de alegría, de amor, de sueños y de grandes esperanzas.
La dimensión de La Nueva Barquita sorprende y encanta. Es una ciudad de más de medio millón de metros cuadrados, con 1,780 apartamentos en 112 edificios, 3 plantas modernas de tratamiento de agua, energía eléctrica, agua potable, sistema de gas, tubería soterradas, 90 locales comerciales, play de beisbol, cancha de fútbol, plazas y parques, tres estancias infantiles, iglesias católica y evangélica, destacamento de policía y fiscalía barrial, estación de bomberos, hospital, un anfiteatro, en fin, una verdadera ciudad con todo lo que se necesita. Y la inversión en todo eso fue de solo 4,000 millones de pesos. Una proeza histórica.
El presidente Danilo Medina al hablar en el acto dijo con mucha emoción, que le dedicaba La Nueva Barquita a su maestro y líder, profesor Juan Bosch, el cual decía que “quien no vive para servir, no sirve para vivir”. Danilo expresó que “solo vale la pena ser presidente para servirle a los demás”.
El presidente Medina destacó el valor de dos grandes hombres que fueron soporte de ese proyecto. El Padre Gregorio Alegría, cura párroco de la Iglesia San Vicente de Paúl, que fue chispa y apoyo permanente. Y el empresario José Miguel González Cuadra, quien se convirtió en la bujía, motor, impulso, apoyo y soporte básico para que este proyecto se realizara rápido, con profesionalidad, sin politización, sin sobre-evaluación y con todo el amor y cuidado del mundo. La Nueva Barquita es uno de los grandes logros sociales y humanos de Danilo Medina. Una muestra de su gran preocupación por los demás. Un muestra de su entrega por el prójimo y un compromiso asumido para seguir siendo un presidente que esté cerca y ayudando a su pueblo.