La falta de datos y estadísticas actualizados sobre el sector agropecuario en República Dominicana constituye una seria limitante para impulsar programas de desarrollo, sectoriales y segmentados, dentro del renglón alimentos.
El país no tiene, por ejemplo, información renovada de la cantidad de terreno disponible que existe para los cultivos, ni sobre el tamaño de los agricultores y por eso, instituciones como los bancos no saben cómo trabajar el tema de los créditos. Tampoco existen informaciones concretas sobre la presencia y el aporte de la mujer dentro de las actividades agrícolas, con excepción de algunos datos que las citan dentro de las labores bananeras. Del último censo agropecuario que se realizó en República Dominicana hace 31 años, en el 1981. Mientras, el proceso de reforma agraria se había realizado en los años 70.
La situación es otra a partir de esos dos acontecimientos y se requiere tener detalles sobre infraestructuras, vías de comunicación, actividades agrícolas en las provincias y en los municipios y otros puntos de gran valor.
La carencia de datos acorde con la realidad del momento dificulta que la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) pueda enfocar claramente muchas de sus acciones en el territorio dominicano. La advertencia la hizo el representante de esa institución en República Dominicana, Gero Vaagt, al ser entrevistado en el Desayuno Económico de elCaribe.
El funcionario dijo que buscan desarrollar las bases para un nuevo levantamiento agropecuario, junto al Ministerio de Agricultura y la Oficina Nacional de Estadísticas, compartiendo experiencias con otras agencias internacionales y los bancos Mundial e Interamericano de Desarrollo, quienes podrán aprovechar esos datos para sus acciones de desarrollo.
“Un censo resulta de gran valor y puede identificar si son los niños, los ancianos o cuál es la población más afectada y de dónde vienen los ingresos principales en los hogares. Esto es vital para el desarrollo de programas locales y nacionales”, sostuvo el representante local de la FAO.
En el encuentro, Vaagt estuvo acompañado de Héctor Mata, representante asistente de programa de la FAO, y Rosa Borg, representante de Comunicaciones.
Mata aprovechó para citar un registro realizado en 1998, según el cual el país tenía unos 243 mil productores agropecuarios, “pero hasta ahora no se sabe cuál es la situación real”. Sostiene que “el hecho de que eso esté pasando dificulta que el Ministerio de Agricultura o cualquier otra institución pueda hacer un trabajo de planificación que resulte ser eficaz”.
Mientras, Gero Vaagt resaltó que el nuevo director general de la FAO, el brasileño José Graziano da Silva, tiene un enfoque claro hacia la erradicación del hambre. En ese contexto, Vaagt definió tres puntos claros de la FAO para fortalecer el tema alimenticio. Refirió la necesidad de fortalecer los planes sociales, aumentar la productividad y la colaboración entre las diversas agencias que tratan la problemática a nivel global.
Desperdicios y supermercados
Vaagt, de nacionalidad alemana, asumió la representación de la FAO en República Dominicana el 15 de octubre de 2012. En sus primeras declaraciones -en noviembre- afirmó que cerca del 40% de los alimentos producidos en el campo no llega hasta la boca de las personas, pese a que se produce suficiente comida para alimentar a la población mundial.
Esta vez, en la entrevista con elCaribe, el funcionario mostró de nuevo su preocupación por el tema del desperdicio de alimentos, especialmente porque a pesar de que eso ocurre, la problemática no recibe la atención que merece. En su exposición Vaagt citó la electricidad dentro de los causantes de los desperdicios, especialmente de alimentos, que requieren refrigeración.
Dejó claro que todavía no tiene un gran conocimiento sobre la situación dominicana, pero sí posee alto interés en trabajar el tema. “Hay mucha oportunidad de fortalecer la seguridad alimentaria, que no es solo de agricultura, sino de educación, de los consumidores y de la sociedad. Qué cantidad de comida estamos comprando en el supermercado. Hay que comprar la cantidad suficiente para comer en la casa y no demasiado”, apuntó, con hincapié en la racionalización.
“En los supermercados hay muchos desperdicios. Existe la merma por los productos que se dañan”, planteó. Se refiere a que en los citados comercios hay productos, que si bien no son aptos para humano, pueden servir, por ejemplo, para alimentar cerdos y chivos, como las hortalizas, arroz y frutas. La oficina de la FAO tiene interés en tratar el tema con el Ministerio de Agricultura y las grandes cadenas de supermercados del país, de forma que ciertos productos en vez de convertirse en basura puedan ser tratados y aprovechados.
En el tema del transporte, Vaagt dijo que hay mucha atomización (división) y no existe un entendimiento de que se requiere un manejo integral de los productos, desde la finca hasta la mesa donde son consumidos. Según las cifras que ofreció, en el tema de poscosecha se habla de un desperdicio del 20% a nivel mundial (es la media). En relación a las pérdidas, el promedio mundial supera el 30%. De manera particular, en Estados Unidos la cifra supera el 50% y en México el 20%.
En el caso de Brasil, las pérdidas por concepto de transporte, almacenamiento, poscosecha, distribución y venta son del 40%. Se trata de un tema que para solucionarlo requiere la colaboración de muchos sectores, según planteó.
RD produce 80% de los alimentos que consume
Vaagt, que tiene una maestría en agricultura de la Universidad Christian Albrecht, Alemania, y un doctorado en Patología Vegetal, rememoró en la conversación que cuando inició su carrera profesional en 1981 (ese año trabajó para la Agencia Alemana de Cooperación -GTZ) el primer país tropical que visitó por tres semanas, antes de irse a Costa Rica, fue República Dominicana.
Las autoridades agropecuarias dominicanas han sostenido en los últimos años que el país produce el 85% de los alimentos que consume. Sin embargo, los “cuadres” que realiza la FAO indican que se trata del 80% y que se mantiene el problema sustancial en torno a la baja competitividad y rentabilidad de los productos del agro. Sostiene que el sector crece de manera cuantitativa, sin embargo, su participación porcentual con relación a otras áreas de la economía es cada vez más pequeña.
Al referirse a la cadena de comercialización de los productos, sostuvo que “cuando hay tantos pasos entre el distribuidor y el consumidor se genera una inflexibilidad”.
Dijo que en el país no hay estructuras claras y los intermediarios se aprovechan de los precios, mientras el agricultor y consumidor no se beneficia.