Un artista genuino hace de lo común una obra sublime. Sus manos se sincronizan con sus pensamientos y dan color y forma a sus sentimientos. La figura de un humilde campesino delicadamente representado en una pintura de Yoryi Morel se convierte en una referencia en el arte criollo, y se exhibe junto a otras piezas de gran valor artístico en el Museo de Arte Moderno. Alrededor de 1,500 obras de las manos de importantes artistas de la plástica, la escultura, la fotografías, el grabado, la maqueta arquitectónica y otras manifestaciones artísticas son atesoradas en el Museo de Arte Moderno, el cual fue inaugurado en 1976 que en sus inicios fue concebido sólo como una galería de arte.
Las paredes del tercer nivel del “edificio artístico” cobran vida con las pinturas de grandes maestros de la plástica dominicana como: Yoryi Morel, Celeste Woss, Darío Suro, Jaime Colson, Candido Bidó, Ramón Oviedo, entre otras figuras del arte dominicano. La luz y el color, propia del impresionismo, se resaltan en las obras artísticas que datan de la década de los 40, y que destacan nuestra identidad cultural.
Las pinturas El Campesino Cibaeño y la Bachata, de Yoryi Morel, realizadas en 1941 y 1942, respectivamente, es el mejor ejemplo de la necesidad de representar la costumbre criolla a través del pincel. Desde la antigüedad, los desnudos han inspirado a grandes artistas. Celeste Woss y Gil lo muestra en su pintura Desnudo, de 1941.
La artista también hace una fiel representación de la venta de productos agrícolas en su obra El Mercado,1944.
En nuestro país existen vestigios de figuras religiosas desde los tiempos del paleolítico, (Edad de Piedra), que hoy se consideran manifestaciones artísticas, a pesar de las carencias de técnicas sofisticadas para aquella época, y la podemos encontrar en el Museo del Hombre Dominicano, el cual se encuentra en la Plaza de la Cultura, junto al Museo de Arte Moderno, Museo de Historia Natural y el Museo de Historia y Geografía, (este último está cerrado).
Con la llegada de los españoles a esta isla, en 1492, además de imponerse un nuevo orden social, político y religioso también se introduce el arte sacro. Enrique García Godoy plasma esta influencia artística europea en la Crucifixión de Jesucristo, obra que realizó en 1931.
El maestro del arte dominicano Ramón Oviedo nos sumerge en la profundidad de la concesión y la muerte, a través de su pintura “Uno que va, otro que viene”, ganadora del Gran Premio XIII Bienal de 1974.
Reconocido internacionalmente por su veteranía en el manejo de las técnicas, el óleo, el gouache, los crayones, las aguada y la tinta, el fenecido artista Cándido Bidó tiene un espacio bien merecido en el museo de Arte Moderno. Como uno de sus legados al arte visual dominicano, tenemos a “Amantes en la aldea”, galardonada con el primer premio XIII Bienal en 1974.
El destacado artista, Guillo Pérez, quien falleció el pasado año, encontró la musa en el duro trabajo de los campos de nuestro país, y lo manifestó con intensidad en La Carreta, de 1974.
La imponente pintura “Como Jonás en el vientre del gran pez”, del artista Aquiles Azar Billini, capta la atención de los visitantes que acuden al museo. La pieza fue ganadora del primer premio Pintura XIX Bienal 1994. Abelardo Rodríguez Urdaneta utilizó su pincel para representar sobre tela la figura de profesor Eugenio María de Hostos. La pintura ya tiene 106 años, data de 1909.
También forman parte de la colección permanente las pinturas de artistas de la categoría de Federico Izquierdo, Luis Desangles(Sisito), Ada Balcácer, Eligio Pichardo, Gilberto Hernández Ortega, Jaime Colson, Mariano Eckert, Eugenio Fernández Granell, Joseph Fulop, Clara Ledezma, Soucy de Pellerano, Domingo Liz, Jorge Severino, Josep Gausachs, entre otros creativos del arte.
El dibujo alcanza notoriedad en el Museo de Arte Moderno. La “Lechuza” del consagrado y recién fenecido dibujante Aquiles Azar García, se alzó en el arte visual dominicano, por lo que obtuvo el Segundo Premio Dibujo en la XIII Bienal de 1974. Además se exhibe “Sembradores sobre la tierra dormida IV”, de Dionicio Blanco, reconocido con el Premio Dibujo, XVI Bienal de 1984.
También hay un espacio reservado para importantes esculturas en madera preciosa y en metal, elaboradas con las manos de los escultores de la talla de Ángel Perdomo, Manolo Pascual, Antonio Prat Ventós, Gaspar Mario Cruz, Johnny Bonnelli, entre otros que supieron tallar sus ideas, haciéndolas eternas.
Las imágenes fotográficas exhibidas en el museo de Arte Moderno dicen más que mil palabras. Miguel Cruz lo expresa en la fotografía “La Indigencia”, donde destaca el trabajo infantil, y el robo de la inocencia. Mientras el tema de la violencia contra la mujer, Ricardo Piantini lo plasma en “Dolphi 1.2.3” . Orlando Barria lo dramatiza en “Muñecas sin rostro”, donde hace una comparación de dos mujeres que fueron desfiguradas con ácido del diablo con las típicas muñecas artesanales dominicanas.
El museo del Arte Moderno posee cuatro niveles, de los cuales, el segundo, el primer piso y el sótano funcionan como galería de exhibiciones temporales. Está bajo la dirección de María Elena Ditrén, y es sede de la Bienal de Artes Visuales y también de la Bienal del Caribe. Posee una biblioteca especializada en artes visuales nacionales e internacionales.
La exposición “Cibercity 3001”, de Luis Arias, confirma que un espíritu artístico transciende las barreras. Saca de su uso normal los objetos, para construir una ciudad futurista. Dentro del programa de actividades del museo se desarrollan talleres y se dictan conferencias sobre el arte, y se llevan a cabo campamentos de verano para los pequeños. Sus puertas están abiertas de martes a domingo.
Martorell; artista de espíritu libre
Por coincidencia, el lunes pasado, cuando realizábamos este reportaje, nos encontramos con Antonio Martorell, reconocido artista de Puerto Rico, quien desde el 24 de abril nos presenta a Imalabra en la segunda planta de museo.
Mientras mostraba a elCaribe sus obras, iba contando algunas de sus experiencias como artista. Martorell es de aquellos artista que se comprometen con la sociedad, denunciado, a través de sus obras, las violaciones a los derechos fundamentales de las personas. Considera que la sociedad de hoy concibe el arte como un producto de consumo y lucro y no como lo que es: “una expresión cabal de nuestro mejor deseo de superación”.
Al ser cuestionado de su valoración sobre la importancia que ofrecen los gobiernos a una manifestación tan sublime como el arte, contestó: “Las políticas públicas siempre se quedan cortas frente a el arte; no se pueden alcanzar, porque el arte es un ejercicio de libertad y la política, muchas veces, consiste en ordenar, serenar y limitar. Y eso es antiarte”. Con un estilo poco formal, propio de los artistas, mostraba con humildad sus creaciones.
Exclusiva
El Museo de Arte Moderno tiene la única biblioteca de arte nacional e internacional en el país. Es visitada por los apasionados de la estética.
Martorell
“Las políticas públicas siempre se quedan cortas frente al arte; no se pueden alcanzar, porque el arte es un ejercicio de libertad”