Mens sana in corpore sano, es el lema de los atletas; pero la cita completa es “Orandum est ut sit mens sana in corpore sano”, y es de un poeta, de Juvenal. Habla de la necesidad de orar para disponer de un espíritu equilibrado en un cuerpo equilibrado; es más bien dirigida a cultivar el espíritu para poseer un cuerpo en armonía.
En Grecia, el arte y el deporte convivían de forma natural, por eso los Juegos Olímpicos eran la ocasión en que músicos y poetas cantaban a los atletas. De Grecia han quedado los poetas, escultores, filósofos, y la idea de las olimpíadas, no así atleta alguno, salvo estatuas que idealizan a los atletas, eso, idealizados, no reales.
Todo esto viene a cuentos porque cuatro artistas dominicanos deben saltar más vallas burocráticas que “El súper Sánchez”, para ir a La Bienal de Venecia. Vallas que amenazan con el viaje de esos artistas y desperdiciar la ocasión de que se represente al país en un evento tan importante o más que “juegos internacionales” cualesquiera. Pascal Meccariello, Jorge Pineda, Belkis Ramírez y Raquel Paiewonski, cuatro artistas, que comparados con las delegaciones de tropecientos individuos que van a cualquier convocatoria deportiva, no representan una inversión imposible para un ministerio, como el de Cultura, que gasta muchísimo más en batones ballets y pericos ripiaos al mes.
La tradición atlética y cultural de Grecia, es hoy una tradición que enfrenta a dos mundos, que hasta se miran con animosidad. Dedicar tiempo al deporte hoy es igual a no poder hacer algo más, es decir, a pensar. En el Presupuesto Nacional la cultura es vista como una molestia más que hay que aguantar para que los intelectuales no comiencen a incordiar en los medios; mientras que deportes es algo que hay que incentivar ad nauseam para salir en las fotos con los “Súper Sánchez” de turno. Basta con ver las fotos del ministro anterior, Jay Payano, para uno ver qué buscan. En deportes somos millones, todo aquel que camina o corre en el parque Mirador es un deportista, pero en arte no es así, no todo el que machaca un mármol, garabatea un papel o sopla un instrumento es un artista. Moldear la materia gris para pensar fuera del cajón, y a partir de ahí crear ideas, emociones, sentimientos y cosas, no lo hace cualquiera. Son creaciones para siempre. ¿De qué se vanagloria el mundo civilizado? De las ideas y las artes.
La sobredimensión del deporte da casos como el de Félix Sánchez, que por ganar una competición corriendo como un loco, ya merece que su nombre suplante al de Juan Pablo Duarte en el Centro Olímpico.