La cifra de muertos por los incendios ocurridos en dos fábricas en las ciudades más grandes de Pakistán aumentó ayer a 314.
La mayoría de ellos perecieron porque no pudieron escapar de edificios que carecían de salidas de emergencia y de medidas de seguridad básicas como alarmas y rociadores de agua.
La espantosa cifra resalta el atroz estado de la seguridad industrial en Pakistán, donde muchas fábricas se instalan de manera ilegal en las ciudades densamente pobladas del país, y los propietarios frecuentemente pagan sobornos a los funcionarios para que ignoren las violaciones a las normas de seguridad.
El más mortífero de los dos siniestros estalló el martes por la noche en una fábrica textil en la sureña ciudad de Karachi, el eje económico del país.
La cifra de muertos allí llegó a 289 ayer y los bomberos combatieron las llamas durante horas, dijo el funcionario gubernamental Rosahn Ali Sheik.
Fue uno de los peores accidentes industriales en la historia de 65 años de Pakistán, y Sheik indicó que la cifra podría aumentar debido a que los rescatistas todavía estaban sacando cuerpos del lugar en Karachi.
La mayoría de las muertes fueron por asfixia, porque personas atrapadas en el sótano no pudieron escapar cuando se llenó de humo, dijo el jefe de bomberos de Karachi, Ehtisham-ud-Din.