Monitoreando el precio del petróleo

La guerra civil en Siria y el posible escalamiento del conflicto con la participación de los Estados Unidos ha empujado al alza el barril de petróleo.

La guerra civil en Siria y el posible escalamiento del conflicto con la participación de los Estados Unidos ha empujado al alza el barril de petróleo. El precio del West Texas, que se utiliza como referencia para cerrar los contratos que suplen a nuestro país, se cotizaba sobre los US$110 el barril la semana pasada. Somos uno de los países de la región más dependientes de combustibles fósiles para la generación de energía, por lo que estos aumentos tienden a repercutir en los precios (inflación), en las finanzas del Estado y en nuestra cuenta corriente de la balanza de pagos.

En promedio, por cada dólar que aumenta el barril de petróleo el incremento en nuestra factura petrolera es de unos US$60 millones al año, esto equivale a que los recientes aumentos de diez dólares en el precio del barril podrían requerir de nuestra economía un incremento de US$600 millones solo por el factor precio. Esto acarrea su consecuente impacto en la demanda de divisas, en una mayor utilización del programa de PetroCaribe (incremento en los niveles de deuda externa), en una posible absorción del  ajuste de los precios de parte del Estado en los costos de la factura eléctrica, o en su defecto en el traspaso de dicho aumento vía un ajuste de la tarifa. Como se puede apreciar, no existe una variable externa que conlleve tantas implicaciones para nuestra economía como el precio del petróleo y sus derivados. Ahora bien, estos inesperados incrementos fruto de las tensiones del Medio Oriente suceden en momentos cuando la economía mundial crece a un ritmo débil y cuando se han ido desarrollando nuevas técnicas para extraer combustibles fósiles del subsuelo.

Entre estas se destaca el “fracking”, el cual permite vía el  bombeo de agua y químicos extraer combustibles fósiles de lugares donde antes era imposible.
Este adelanto tecnológico, el cual tiene sus detractores por razones medioambientales, ha venido cambiando el panorama energético del principal demandante de energía del mundo, los Estados Unidos. En el 2012 ese país experimentó su principal incremento en producción de combustibles desde mediados del siglo XIX. El pasado mes de julio alcanzó los 7.5 millones de barriles diarios, el nivel más elevado en 20 años. Esto le aportará mayor seguridad energética, con los consecuentes matices en su política exterior.

De mantenerse esta tendencia, para el 2017 Estados Unidos estará entre los mayores productores del mundo, superando a Arabia Saudita y Rusia. Se estima que en cinco años, gracias a esta nueva tecnología, Estados Unidos será autosuficiente en petróleo, es decir, su producción abastecerá su demanda.

Todo esto debería empujar hacia precios de petróleo más bajos y menos volátiles, pero la reciente experiencia de Siria nos indica que los cambios en las apreciaciones del mercado podría tomar un poco más de tiempo.

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