Michael Ynoa: “Nunca me rendí”

No tiró la toalla y tampoco se dejó presionar por el alto bono con que fue firmado, a pesar de que esperó casi ocho años para pisar Grandes Ligas. Michael Ynoa es prueba de que la fe no tiene límites y que el arduo trabajo tiene su recompensa.

No tiró la toalla y tampoco se dejó presionar por el alto bono con que fue firmado, a pesar de que esperó casi ocho años para pisar Grandes Ligas. Michael Ynoa es prueba de que la fe no tiene límites y que el arduo trabajo tiene su recompensa.Al principio todo fue luz. En 2008 recibió de los Atléticos de Oakland un bono por firma de 4.25 millones de dólares, una cifra que en ese momento era la más lucrativa de América Latina. Dos más años más tarde, Michael José Ventura Ynoa, sin ni siquiera llegar a Clase A, vería cómo sus sueños se desmoronaban con una cirugía tipo Tommy John en su brazo derecho. “Lloré y me decaí bastante, pero también oré mucho y luego dije que no me iba a dejar vencer por eso. Trabajé mucho, y gracias a Dios salí adelante”, expresó Ynoa a elCaribe.

Aunque es una cirugía con una gran tasa de éxito, el miedo, la incertidumbre, y hasta el mismo dolor, han empañado la carrera de algunos lanzadores que no lograron regresar. Ynoa, quien apegado a sus valores familiares, y sobre todo a Dios, pudo superar el miedo y perseverar día tras día para llegar a la Gran Carpa. “Me había apartado un poco de Dios, pero eso me sirvió para acercarme más a Él. Dios me dio la oportunidad de seguir jugando pelota”, manifestó Michael, quien fue operado en 2010, lo que obstaculizó su desarrollo en el sistema de Oakland.

Por su fuerza de voluntad, el nativo de Puerto Plata regresó en 2012, pero su desempeño no fue el esperado, y aunque fue ascendido a Clase A, luchó con problemas de comando y sus percances físicos se mantenían. “Recuerdo que pensé en tirar la toalla como dos veces. Primero, cuando me hicieron Tommy John, supuestamente duraría un año la recuperación, y tardé casi dos años y pico. Y segundo, cuando me subieron a Clase A fuerte y volví a sentir dolor y pensé que mi carrera se había acabado, pero me dijeron que solo era una inflamación”, expresó Ynoa.

Mucha fe

¿Qué lo mantuvo a seguir adelante? “Dios, la fe y mis padres. Nunca me rendí. Mi familia estuvo ahí apoyándome en las buenas y en las malas”, indicó Michael, quien trabajó fuerte en el 2013 y logró en esa temporada lanzar 75.2 entradas.

Sí, porque como buen hijo de Simón Ventura (padre), quien practicó el deporte rey de los dominicanos, y Juana Ynoa (madre), quien fue inicialista de la selección de softbol de Puerto Plata, Michael José Ventura Ynoa sabía que nació con el beisbol en su ADN, y que más allá del dinero, para sus padres el orgullo era pisar el diamante te beisbolístico de Las Mayores. “Nunca me importó el dinero, mi sueños era tratar de jugar Grandes Ligas.
El dinero que me dieron no le puse la gran importancia. Era un dinero importante, pero no todo en la vida se trata de dinero”, dijo el serpentinero, quien en el 2014, sin mucho éxito como abridor fue cambiado a rol de relevo, y posteriormente, enviado a los Medias Blancas sin haber alcanzado doble A junto a Jeff Samardzija a cambio de cuatro prospectos.

Y la vida le sonrió después de una larga batalla. Luego de una travesía con una maleta de decepciones y sueños truncados, el 14 de junio de 2016 fue uniformado con la chaqueta de Medias Blancas, en el estadio de Guaranteed Rate Field ante los Tigres de Detroit. “Miré al cielo, no me lo creía, todo se veía grande en ese estadio”, expresó Michael, quien agradeció a Dios por la oportunidad.

Se convirtió en el dominicano número 665 que llega a las Grandes Ligas, luego de que Chicago lo ascendiera desde Charlotte Triple A. Hasta ese momento, tenía foja de 1-3 con 3.90 de efectividad, 24 ponches y cuatro rescates, en un total de 21 presentaciones entre Doble-A Birmigham y Charlotte Tripe A. “Cuando me dieron la noticia hasta las lágrimas se me salieron, de tanto trabajo que pasé, tantas altas y bajas. Al primero que llamé fue a mi papá. Me sentí bastante contento, espero seguir haciendo el trabajo”, dijo Michael, quien en 30 entradas este año con Chicago, ponchó a 30 y terminó con efectividad de 3.00. Ahora, Ynoa, con 25 años de edad, sigue recuperando el tiempo perdido y demostrando su talento en el béisbol invernal dominicano con las Águilas Cibaeñas, con miras a un 2017 prometedor para él.“Trato de ganar más experiencia aquí, trabajar un poco en la localización. Si logro mejorar eso, pueda ser que me mantenga con el equipo arriba todo el año en el bullpen”, dijo Michael.

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