Muchas veces las políticas económicas están basadas en mentiras.
Se suele decir, por ejemplo, que las relaciones entre patrón y empleado no son justas. Que el gobierno debe meterse imponiendo reglas que protejan al más débil de una cruel explotación.
Y todo lo que suena a “justicia” gusta mucho y vende bien. Así pues, se imponen cosas como éstas:
-Nadie puede contratar a alguien si no se le paga tanto, aunque haya gente dispuesta a trabajar por menos dinero.
-Además de su salario, al empleado hay que regalarle en Navidad, pagarle sus vacaciones y darle algo de los beneficios.
-Si resulta que el empleado no da la talla o es deshonesto, mucho cuidado con despedirlo así como así. Hay que pagarle varios meses de salario y tomar en cuenta su antigüedad. Es decir, que encima se le premia, aunque haya sido un vago o haya robado. A menos que se quiera echar un pleito tedioso y costosísimo en los tribunales a ver qué pasa. Y todo esto hace que los que ya tienen empleo se sientan contentos.
Pero al patrón le aumentan los costos y se le complica la vida. A tal punto que se lo pensará con cuidado antes de contratar más gente o abrir sucursales. Viene entonces la indeseada consecuencia de tanta justicia: los empleos no aparecen y cada vez más gente hace cosas por la izquierda o sale a robar.
Se acaba perjudicando a la larga a los que se pretendía ayudar.
Las tasas de desempleo han sido más altas y duraderas en la Unión Europea, con sus protecciones laborales, que en los Estados Unidos, donde hay gran flexibilidad.
Pero a pesar de la evidencia, nadie quiere admitir que se ha equivocado, porque resulta vergonzoso, cuestiona capacidades y arriesga “cargos”. Así que la mentira prevalece, provocando más desempleo y ahuyentando inversiones.
Ojalá que se aproveche la revisión del Código Laboral para desmentir falacias y enmendar errores. Y que se modifique tomando en cuenta que cuando patrón y empleado llegan libremente a un acuerdo, es porque es beneficioso para ambos. Aunque no sea “justo” para un grupo de idealistas, que al fin y al cabo no no generan empleos para nadie.