BUENOS AIRES (AP) — Mauricio Macri juró el jueves como presidente de Argentina hasta 2019 ante la Asamblea Legislativa y puso fin así a 12 años ininterrumpidos de kirchnerismo.
Macri, un tecnócrata conservador de 56 años, juró “por Dios y estos santos evangelios desempeñar con lealtad y honestidad el cargo de presidente de la nación y observar y hacer observar con fidelidad la constitución de la Nación Argentina”, ante los presentes reunidos en el Congreso, adonde no acudió la presidenta saliente Cristina Fernández ni la mayoría de los legisladores peronistas que le responden.
En su primera alocución como presidente, Macri sostuvo que la prioridad de su gobierno será alcanzar la “pobreza cero”, combatir la corrupción y el narcotráfico y unir a los argentinos.
Macri enfatizó que “Argentina es un país con realidades distintas que deben integrarse en un país unido. Queremos el aporte de todos… peronistas y antiperonistas. Los argentinos están cansados de prepotencia y enfrentamiento inútil”.
A su vez convocó “a todos a aprender el arte del acuerdo. Está en nuestras manos superar las situaciones que nos han separado del camino del crecimiento”.
Ganador de la segunda vuelta electoral del 22 de noviembre, Macri inaugura un nuevo ciclo político que reemplaza al kirchnerismo, el movimiento de centroizquierda creado en el seno del peronismo por Fernández (2007-2015) y su fallecido marido y antecesor Néstor Kirchner (2003-2007). Ambos desarrollaron un poder personalista y aplicaron una fuerte intervención estatal en la economía y amplios programas sociales.
Macri, miembro de una familia empresaria, presidió el club de fútbol Boca Juniors y fue alcalde de Buenos Aires entre 2007 y 2015.
Asume el poder con varios retos por delante: una inflación de al menos 27% anual, restricciones a la compra de dólares, retraso cambiario, estancamiento del crecimiento, un déficit fiscal superior al 7% del producto interno bruto y el litigio en Nueva York con los llamados “fondos buitres”, inversionistas que han demandado al país por títulos impagos de su deuda.
“Los desafíos que tenemos por delante son enormes y los problemas que tenemos no los vamos a resolver de un día para otro. Necesito que nos marquen nuestros errores, sabemos que no somos infalibles”, dijo Macri ante el aplauso de los legisladores y mandatarios y dignatarios extranjeros presentes en el Congreso.
El flamante presidente fue saludado por centenares de seguidores cuando se dirigía desde su domicilio en Buenos Aires hacia el Parlamento.
Liliana Desanuero, un ama de casa de 60 años, dijo a The Associated Press que estaba “muy feliz por esta señal de esperanza. Hoy empieza un país mejor”.
Antes del inicio de la ceremonia de jura, se reunieron en los alrededores del Congreso seguidores del líder conservador que portaban banderas argentinas y globos amarillos, el color con el que se identifica al partido de Macri.
Lilia Mitre, una jubilada de 63 años, portaba una pancarta que rezaba: “¡Vamos que sí se puede Macri!”.
En diálogo con AP dijo que espera de este nuevo gobierno “un cambio muy profundo”. “Ya estamos hartos de la corrupción, la inseguridad. ¿Y además sabe qué necesitamos? Democracia”, afirmó la mujer.
Tras su primer discurso Macri se dirigirá en un automóvil descapotable a la Casa Rosada, la sede de gobierno, donde recibirá los atributos de mando: el bastón y la banda presidenciales.
Por primera vez desde el retorno de la democracia en 1983, un mandatario saliente no entregará los atributos de mando a su sucesor.
Fernández rechazó la propuesta de Macri de ser investido en la sede del gobierno, como se ha hecho -salvo excepciones- desde 1868, y no en el Congreso, como era el deseo de la presidenta saliente.
La constitución establece que al tomar posesión de su cargo el presidente y vicepresidente deben prestar juramento “ante el Congreso reunido en Asamblea”, pero no especifica dónde se hace la entrega de los atributos presidenciales.
El presidente provisional del Senado Federico Pinedo, de la coalición Cambiemos que lidera Macri, será quien finalmente le entregue el bastón y la banda en la Casa Rosada.
La polémica en torno a la ceremonia puso en evidencia la primera fisura dentro del peronismo desde la derrota electoral: mientras los diputados kirchneristas decidieron ausentarse, los legisladores del peronismo más tradicional participaron en la jura.