Aveces dudamos de todo de lo que somos capaces. Imaginamos situaciones difíciles o dolorosas y pensamos que de llegar a padecerlas, no seríamos capaces de superarlas. Pero no sólo las resistimos, sino que logramos sobrevivir a ellas. Con el alma destrozada, pero seguimos adelante.
Es cierto que la vida es frágil, que más que del cuerpo, dependemos del alma, de esa fuerza interior que nos mueve y que en definitiva es la que nos hace ser y poder hacer.
En el fondo, lo que somos en realidad es espíritu, dependemos del carácter y de la voluntad.
Cuando las fuerzas nos abandonan, no importa poseer un cuerpo perfecto, fuerte, disciplinado por el ejercicio y alimentado sólo con productos de calidad, aderezados con poca sal y con la menor cantidad de grasa, dormir ocho horas, tomar mucha agua, evitar los excesos. Sin fuerza de voluntad, difícilmente podamos mover un músculo.
Sin embargo, a pesar de ser tan frágiles, a pesar de que para tener vida, es necesario un proceso de nueve meses y para perderla baste un abrir y cerrar de ojos, nuestra naturaleza es ser fuertes, poderosos. Estamos llamados a vencer los obstáculos, sin importar lo invencibles que parezcan.
Jamás sabremos lo lejos que podemos llegar, si no comenzamos a andar nuestro destino. Jamás sabremos lo fuerte que somos, si no enfrentamos nuestros temores, si no encaramos las adversidades. Jamás tendremos la oportunidad de vencer si no participamos.
Ciertamente, cuando todo parece estar en contra nuestra es cuando se nos presenta la oportunidad de demostrar y demostrarnos lo fuerte que somos. En medio de las situaciones más terribles, de dolor, de temor, cuando incluso, nuestra vida corre peligro, es cuando nos damos cuenta de nuestra fortaleza, de todo lo que somos capaces de lograr por nuestra propensión a sobrevivir, a preservarnos, a salir airosos de los peligros.
Muchas veces, los más sorprendidos somos nosotros mismos, no salimos de nuestro asombro y contemplamos incrédulos, el nivel de nuestra fuerza interior.
Y tras cada período de dificultad, terminamos convenciéndonos de que los seres humanos somos más fuertes de lo que pensamos. l