Los manifiestos buscan afianzar conceptos e ideas. Quizás ahora sean más necesarios porque la novedad y el acto circense se han establecido como valores de las Bellas Artes. Una señora gorda metiéndose trapos en la boca puede ganar un Gran Premio de una bienal de artes. De ahí que la creación artística con esfuerzos creativos y académicos estén momentáneamente fuera de moda.
La belleza, vista como el tratamiento que el artista utiliza para presentar su particular modo de ver las cosas, los sentimientos o las ideas se ha banalizado tanto que a cualquier cosa se le llama arte. ¿Culpa de Marcel Duchamp?, ¿del Dadaísmo? ¿del mal gusto? ¿del camino fácil?, de todos a la vez. La obra de arte se explica por sí misma, no necesita conceptualización o explicación en un manual o video adjunto al adefesio. Y mucho menos que un jurado llame a un artista para decirle cómo es que debe presentar su obra para que sea evaluada, según las últimas bases de concursos que eran de prestigio.
Los 7 manifiestos dadaístas eran panfletos propagandísticos. En uno decían “Dada es la vida sin pantuflas ni paralelos; que está en contra y a favor de la unidad y decididamente contra el futuro…” o “Dada no significa nada”, y con ello decían gran verdad. Pero hay que tener en cuenta que entre 1912 y 1918 el mundo comenzó a ser el horror que es hoy: La Gran Guerra fue su bautizo. La conciencia de ser artista en un mundo que se veía venir horrendo era aterradora; dos guerras mundiales en menos de 30 años lo dicen todo. Un Manifiesto no puede interpretarse al margen del contexto histórico que condiciona su discurso, su sentido. Muchos factores pueden ser determinantes al igual que el “Estado de sitio” mental en que esté sometida su sociedad.
Los surrealistas se lo montaron distinto. Apasionados, violentos, de frases incisivas e influenciados por las mentes creadoras de Freud y Bretón. Un intento de salir de los esquemas de la razón buscando significados en los sueños, ya que la realidad post bélica era atroz y más aún el presentimiento del futuro. El primer Manifiesto surrealista, en 1924, buscaba el automatismo, el dejar que actúe la inconsciencia en la creación para ver si la razón se aplacaba y dejaba a la gente ser libre. La locura o los sueños entraron de mano de artistas como Dalí o Louis Aragón.
¿En Dominicana? pocos Manifiestos. El Postumismo el mejor. El último, que más bien era una crítica a la crisis del arte, fue el de Confluencia XXI, que ingenuamente andaban “En busca de la virtud estética…”. Buscaban virtud estética proclamando opiniones.