En este 2015 se cumple la fecha límite que casi todos los países del mundo se impusieron a sí mismos para avanzar en los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Se trata de ocho grandes objetivos en al menos siete áreas críticas para el bienestar de la gente: pobreza y alimentación, educación, igualdad entre hombres y mujeres, salud infantil, salud materna, VIH/SIDA y otras enfermedades, y sostenibilidad del medio ambiente. Cada objetivo tiene entre una y cuatro metas específicas que son medibles.
El Gobierno dominicano ha venido evaluando los avances en cada una de las metas y ha producido al menos dos buenos informes que se destacan no sólo por su riqueza descriptiva sino también por la honestidad con la que reconoce que, a pesar de que entre 1990 y 2015 ha habido progreso en casi todas las áreas, son pocas las metas que el país terminará cumpliendo, y porque identifica muchos de los problemas y apunta las áreas de intervención sobre las que hay que redoblar esfuerzos. Seguramente, las instituciones a cargo se están preparando para producir un último y definitivo informe pero es improbable que haya cambios significativos respecto a los resultados arrojados en el último informe de 2013.
En ese sentido, el rezago y los retos pendientes son los suficientemente grandes que varias de las metas deberían convertirse en objetivos destacados de los programas de gobierno de cara a las elecciones de 2016. Si los partidos políticos y sus candidatos y candidatas quieren hablarle a los electores de temas transcendentes, exijámosles que hablen de sus propuestas de cómo cumplir esos objetivos. Pensemos al menos en los siguientes.
Primero, erradicar la pobreza extrema y el hambre. La ciudadanía quiere escuchar qué se propone para hacer que todos los hogares logren recibir un ingreso suficiente como para al menos alimentarse adecuadamente. Cerca del 8% de la población recibe menos que eso. ¿Deberían fortalecerse la asistencia social vía transferencia de dinero a esa población o crear programas públicos de empleo temporal mientras se hacen esfuerzos por lograr que el crecimiento termine creando empleos de calidad? También quiere conocer qué se propone para eliminar los pisos de tierra de las viviendas, las paredes y techos de materiales de muy baja calidad, y la falta de acceso a agua potable, servicios sanitarios y electricidad.
Segundo, lograr educación básica para todos y todas. ¿Qué se propone para lograr que los cerca de 100 mil niñas y niños de menos de 6 años de edad que no van a la escuela reciban educación inicial? ¿Qué plantea para que el 5% de la población infantil entre 6 y 14 años que no asiste a la escuela lo haga? Y más allá de eso, ¿qué hacer para que los y las estudiantes no abandonen la escuela secundaria? ¿Se debe dar incentivos monetarios para la asistencia escolar a ese nivel para compensar los costos que tiene para los hogares, y no sólo para la primaria como ahora sucede, o el problema es de falta de aulas y maestros? Casi la mitad de los y las adolescentes que tienen edad para asistir a la escuela secundaria no lo hacen.
Tercero, reducir la mortalidad infantil y la mortalidad materna. ¿Qué se propone para evitar que una proporción tan alta de niñas y niñas menores de 5 años, pero especialmente menores de un año, mueran? La tasa de mortalidad infantil es alta para un país como el nuestro, y su reducción ha sido penosamente lenta. Además, la ciudadanía quiere saber porqué tantas mujeres mueren en los hospitales por complicaciones relacionadas con el embarazo y qué mejoras en la atención hospitalaria y los cuidados de salud se proponen para reducirlas. El país tiene una de las más altas tasas de muerte materna a pesar de que casi todas paren en centros de salud. Eso habla muy mal de la calidad de la atención y del cuidado prenatal.
Cuarto, combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades. Las reducciones en la incidencia del VIH/SIDA y del paludismo son de las pocas metas alcanzadas. Pero la de la tuberculosis y el dengue no, y la segunda aparece cada dos o tres años con gran virulencia y mortandad. Debemos conocer qué cosas nuevas se proponen para revertir esa situación.
Es lastimoso advertir que 15 años después, los resultados del compromiso sean magros. Pero peor sería no asumir el reto con mayor seriedad y determinación que antes. Hay que hacer que los Objetivos del Milenio vayan a la agenda electoral.