Lo que desde principio del mes de abril estamos presenciando con Leonel en las calles, es el desagravio de un pueblo ante un hecho cometido por otro, no por el mismo pueblo.
Se trata de las manifestaciones de adhesión, alegres, eufóricas y sobradas expresiones de solidaridad a Leonel Fernández en los lugares que ha estado junto al pueblo.
Desde el 2 de abril viene recorriendo las calles y visitando hogares humildes, empezando con los residentes de Guachupita, Gualey, Las Cañitas y Capotillo, en la circunscripción 3 del Distrito Nacional; al día siguiente hizo presencia en los diversos barrios de San Pedro de Macorís.
El fin de semana siguiente, 9 y 10, fue a Cristo Rey y los barrios de la circunscripción 2 del Distrito Nacional; y el domingo en Herrera y otros de Santo Domingo Oeste.
Este fin de semana recién pasado estuvo el viernes en Samaná, el sábado en Nagua y el domingo en Puerto Plata, Altamira e Imbert.
Cuando aún no asomaban los ataques contra Leonel, él entregaba el mando a Danilo para iniciar el cuatrienio que está por concluir. Entonces, ambos tenían un posicionamiento, uno para salir y el otro para entrar, por encima de 70%. Los adversarios diseñaron los ataques contra Leonel, que ya no era el presidente, pero era el que tenía el marco constitucional abierto para ser postulado.
Los ataques contra Leonel se montaron desde las redes sociales y los medios de comunicación. Surgieron ataques, como se sabe, llegando a la descalificación moral. Parecía que de él no quedaría ninguna aceptación ni respeto. Así sucedió con Juan Bosch.
A esos ataques y descalificaciones morales Leonel no respondió, excepto sobre el déficit fiscal y la deuda. Ese silencio produjo progresivamente en la población el sentimiento de que se abusaba y se le ofendía. Sin proponérselo sus adversarios lo convirtieron en una víctima. Cuando se victimiza a una persona siempre surgen de su entorno personas que lo quieren proteger y apoyar; si se trata a su vez de una figura pública, es el pueblo que juega ese rol de desagraviar.
El desagravio es resarcir o restituirle su respeto a esa figura pública. El que agravia a una persona en el plano personal e individual, puede disculparse o terceros intervenir para proteger al agraviado. Pero cuando se trata de un agravio público a una figura pública, es el pueblo con sus medios y formas que desagravian al ofendido. Cuando esto ocurre se dispara hacia arriba el liderazgo del ofendido.
Para que el pueblo asuma al agraviado, debe mostrarse a la espera de su momento de actuar, pero nunca refugiarse mostrando temor a las consecuencias del agravio. Justamente así ha sucedido con Leonel, por lo que lo han convertido en un líder mayor y más depurado que cuando salió del poder en el 2012. El hombre se ha templado como se templa el acero al calor del fuego.
Tenemos ahora una legión de admiradores y seguidores de Leonel capaces de hacer las mayores entregas, esfuerzos, dedicación y sacrificios.
Lo han convertido en una causa y elevado su idealización. Ahora las encuestas demuestran, con sus números, que su presencia en las calles junto al partido, ha subido a Danilo y bajado al opositor. Los líderes se templan cuando son adversados. l