Al presidente electo le esperan retos formidables en el campo económico. En primer lugar, el gobierno saliente le deja un presupuesto con un alto déficit estructural, que en los últimos años ha superado los 50,000 millones de pesos y el presente seguramente superará con creces esa elevada cifra. Estos déficits no han sido originados por un pobre comportamiento de los ingresos, pues estos han tenido un aumento promedio anual superior al 5.0% en términos reales (después de descontar la inflación), lo cual debió haber sido suficiente para que el Gobierno pudiese manejar las finanzas públicas con bastante holgura.
Sin embargo, el aumento de los gastos ha sido tan elevado, que sólo se han podido financiar con un creciente endeudamiento público, que ya ha llegado a un millón de millones de pesos. Así se ha creado una pesada carga para el Estado, el cual tendrá que dedicar en los próximos años más de 100,000 millones de pesos anuales para el pago de dicha deuda.
El presidente electo prometió en su campaña electoral que no subiría los impuestos. También prometió que trabajaría junto con el sector privado en un programa para promover las inversiones productivas, especialmente aquellas orientadas al aumento de las exportaciones de bienes y servicios, por lo cual sería contraproducente que el nuevo gobierno elimine los pocos subsidios con que actualmente cuentan esos sectores.
De ahí que la ciudadanía espera que la mayor parte del ajuste venga por el lado del gasto, lo que será tarea difícil para un gobierno que estará sostenido por un partido cuyos miembros están acostumbrados al consumo ostentoso.
Si el nuevo gobierno considera que la vía más fácil a seguir es tomando préstamos para cubrir gastos improductivos, quizás lo pueda hacer por un corto período de tiempo, pero puede estar seguro de antemano que esa vía muy pronto no será viable y el costo del ajuste luego tendrá que ser mayor.
El segundo gran reto que tendrá que enfrentar el presidente Medina es en las cuentas externas, pues el gobierno actual le deja un país con un déficit comercial que ha llegado a superar los 10,000 millones de dólares, lo que quiere decir que el consumo de bienes importados supera anualmente en 400,000 millones de pesos, a los bienes que exportamos. Afortunadamente el turismo, las zonas francas y las remesas también proporcionan divisas. Pero aun así, todavía nos han faltado unos 4,500 millones de dólares anuales (175,000 millones de pesos) para balancear las cuentas, lo que tenemos que buscar en otras fuentes externas. Para ello el gobierno actual prefirió recurrir a un endeudamiento externo creciente.
De nuevo, el próximo gobierno podría estar tentado a recurrir a la misma práctica que su antecesor para financiar el déficit externo, pero si toma ese fácil camino puede estar seguro de que muy pronto los mercados financieros se lo cerrarán.
Esperamos, que el presidente Danilo Medina tenga plena conciencia de estos grandes retos.