Bonn, Alemania- Cuando comenzó la guerra en Afganistán hace diez años, nadie sospechaba la sangre y los años que costaría la misión. Tampoco su precio: las cifras calculadas por los expertos estremecen. Más ante las dolorosas medidas de ahorro que está forzando la crisis en todo el mundo.
Y la inversión está lejos de terminar: en la conferencia internacional de Afganistán celebrada hoy en la ciudad alemana de Bonn, el presidente Hamid Karzai pidió “apoyo financiero constante por al menos una década más” tras la retirada de la OTAN en 2014.
El propio mandatario puso una cifra a esa ayuda en una entrevista con el semanario “Der Spiegel”: 5.000 millones de dólares anuales (3.700 millones de euros) hasta 2024. Según publica hoy el diario “Washington Post”, fuentes del gobierno en Kabul calculan que hace falta exactamente el doble.
Los gastos fueron aumentando tanto como la violencia. “The New York Times” asegura que la guerra costó a Estados Unidos 120.000 millones de dólares este año. En 2003 fueron casi una décima parte: 14.700 millones. El Congreso en Washington calcula que la guerra costó a Estados Unidos casi 450.000 millones desde su comienzo a fines de 2001.
La gran parte de esos fondos corresponde al gasto militar. Pero también la ayuda civil concentró millones: el Banco Mundial (BM) la estimó en 15.700 millones el año pasado. Para el International Crisis Group, la comunidad internacional dio a Afganistán 57.000 millones de dólares desde 2001.
De esos fondos, 29.000 millones fueron para las fuerzas de seguridad afganas. Su formación debería terminar en octubre del año que viene. Pero no está claro quién pagará a partir de entonces a los 352.000 policías y soldados afganos. El gobierno en Kabul no será capaz de aportar los fondos.
La situación es clara: Afganistán depende hoy casi exclusivamente de la ayuda extranjera. “Un 92 por ciento del producto interior bruto (PIB) está financiado directa o indirectamente por donantes”, explica Alfred Kraft, asesor alemán del Ministerio de Economía en Kabul.
Alemania es la mayor fuente de ayuda al desarrollo para Afganistán en Europa y la tercera mundial después de Japón y Estados Unidos.
Los costos del país norteamericano dejan sin palabras: según el Instituto Watson para Estudios Internacionales, las guerras de Afganistán e Irak costarán a Estados Unidos entre 3,4 y 4,4 billones de dólares hasta el año 2020.
Algunas partidas son tragicómicas. La radio estadounidense NPR señaló en junio que el gasto vinculado directa o indirectamente al funcionamiento de los aires acondicionados para las tropas en Irak y Afganistán se eleva a 20.000 millones de dólares… por año. Más que el presupuesto de la NASA.
No sorprende por eso que la secretaria de Estado Hillary Clinton alertara hoy en Bonn de “los nuevos déficits presupuestarios” que afronta Afganistán y pidiera “nuevas fuentes de crecimiento e ingresos” en el país.
Clinton recordó lo que muchos aliados de la OTAN piensan en tiempos de crisis: “Varios países de los aquí reunidos ven que también la comunidad internacional tiene que lidiar con problemas presupuestarios. Por eso es decisivo que desarrollemos una estrategia para optimizar recursos y su uso”.