Como ser humano, me duele enterarme de algún feminicidio, y me estremezco más cuando leo o me entero de las circunstancias en que sucedió. Como abogado he defendido a los familiares de las víctimas. Y, créanlo, es un proceso desgarrador, que en términos generales impacta en la sociedad, pero que de manera específica lo sufren en el alma los hijos de la pareja, sus familiares y amigos.
Hace días nuestro país quedó alarmado con la noticia: en el transcurso de 24 horas, cuatro mujeres fueron asesinadas por sus parejas o excompañeros. Estábamos un poco optimistas, pues durante un tiempo, este tipo de muerte había descendido entre nosotros, pero las estadísticas ahora cambiarán.
Este tema debe ser debatido con la seriedad que amerita. Y buscar soluciones. Gracias a Dios, en Dominicana decenas de instituciones públicas y privadas educan a la población para evitar los feminicidios, realizan seminarios, marchas, etc. Y un dato interesante es que luego de las grandes manifestaciones en contra de los feminicidios, los mismos disminuyen en los días posteriores.
El feminicidio consiste en quitarle la vida a una mujer intencionalmente. Hay dos tipos de feminicidios, el íntimo, cuando se asesina a la compañera del hombre, y el de por conexión, cuando matan a alguien que intenta proteger o está cerca de la víctima.
Generalmente va precedido de amenazas y golpes contra la mujer, la cual, por desgracia, en ocasiones guarda silencio y no acude a las autoridades para exponer su situación. Incluso, los vecinos se enteran por los gritos de dolor que escuchan. Y cuando ocurre la tragedia, la gente del lugar se lamenta: “Esa muerte se veía venir, a esa señora le daban una paliza a cada rato, vivía llorando y con la cara llena de moretones”.
Dicen que el feminicidio es el último peldaño de la agresión. El que maltrata o mata a una mujer es un cobarde, que se considera jefe, amo y señor de su compañera, creyéndose con la libertad de disponer de su cotidianidad y de su vida. Es egoísta y violento. Es todo, menos hombre. Y algo muy lamentable es que ese patrón de conducta machista le llega a sus hijos. Detrás de cada feminicida, posiblemente existió un padre que maltrató a su pareja. En la familia se engendra al agresor.
Las razones de los feminicidios son esencialmente culturales, económicas y sociales. Igual los aspectos sentimentales, que suelen ser inseguridad de la propia hombría, en especial, los celos. El más común es cuando la mujer decide terminar la relación.
El feminicidio debe ser una preocupación de todos. Ojalá llegue el día en que esa palabra no esté en nuestro diccionario, como sucede en muchas naciones.