En 2000, China ganó 28 medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Sidney. En las de Pekín de 2008, tras un extenso programa preparatorio para garantizar el éxito en los primeros Juegos que organizaba, consiguió 51.
Ocho años más tarde, parece dispuesta a repetir la misma fórmula. El presidente chino, Xi Jinping, quiere convertir a China en una potencia futbolística. A base de talonario, su país está dispuesto a conseguirlo. Esta semana, en un carísimo “más difícil todavía”, la liga de fútbol china ha roto dos veces en tres días el récord de cantidades pagadas por fichajes de extranjeros. Y ya no son jugadores que han dejado atrás sus mejores años, se encuentran en primerísima línea.El viernes, el Jiangsu Suning desvelaba la contratación del brasileño Alex Teixeira, hasta ahora en el Shakhtar Donetsk y pretendido por el Liverpool, por 50 millones de euros. Con esta cantidad pulverizaba, en menos de 72 horas, la marca que había batido el martes el Guangzhou Evergrande, el campeón de la Liga, al anunciar la llegada de Jackson Martínez, el fichaje estrella del verano pasado de Atlético de Madrid, por 42 millones.
Días antes, el Shanghái Shenhua había contratado al colombiano Fredy Guarin, del Inter, por 13 millones de euros; el recién ascendido Hebei China Fortune ha pagado a la Roma 18 millones por Gervinho; la semana pasada, Ramires pasaba del Chelsea al Jiangsu Suning por 28 millones. Y aún hay margen para nuevos anuncios: el plazo para nuevos fichajes concluye el 26 de febrero, 8 días antes de que comience la Liga china el 5 de marzo. El propio Jiangsu Suning ha confirmado que aún quiere conseguir alguna incorporación más. Solo con lo que ya se lleva desembolsado de momento, 269 millones de euros, la Liga china se ha convertido en la que más ha gastado en el mercado de invierno, por encima de la Premier League inglesa.
Es un cambio de 180 grados con respecto a la situación que vivía la Liga china hace apenas cinco años. Pese a una intensa pasión de los aficionados por este deporte, el nivel del juego era ínfimo y le salpicaban los escándalos de corrupción. Los fichajes, anunciados a bombo y platillo, de Nicholas Anelka y Didier Drogba terminaron en desastre cuando ninguno de los dos, aparentemente, recibió los millones que se les habían prometido.
Aun hoy la calidad del fútbol chino sigue dejando mucho que desear: la segunda potencia económica es la número 93 en el ranking de la FIFA. Pero las circunstancias de ahora son muy diferentes. Dentro del cambio de modelo económico que busca China, “el Gobierno está intentando que el deporte contribuya de manera significativa al PIB, y el fútbol está en la vanguardia de ese concepto”, afirma Mark Dreyer, fundador de la página web chinasportsinsider.com. Los grandes conglomerados se han apresurado a seguir las directrices de Xi e invertir en el sector “porque es algo políticamente sensato, pero también representa una gran oportunidad de negocio”. La Liga China rebosa ahora de dinero. Gigantes empresariales de sectores muy diferentes, como el del comercio electrónico Alibaba, la cadena de productos electrónicos Suning o el conglomerado Wanda, con sus empresas que oscilan desde la construcción al cine, han decidido invertir en fútbol. Se suma a ello el espectacular contrato de derechos televisivos de la Liga firmado esta temporada por China Media Capital, por valor de 1,150 millones de euros para cinco años y que ha multiplicado por 32 el monto previo. l elpaís.com
Presencia de los grandes
Al pastel también quieren sumarse los propios clubes europeos. El Real Madrid ya cuenta con oficinas abiertas en Pekín —y un acuerdo de cooperación en formación infantil con el Evergrande de Guanzhou—, y el Barcelona y el Manchester United en Hong Kong. El Manchester City y el Bayern Múnich, entre otros, también tienen planes de iniciar actividad formal en la capital china.
Pero si estos anuncios contribuyen a dar proyección a la Liga china, no necesariamente van a dar calidad al fútbol nacional, la gran obsesión de sus seguidores.
Desde arriba se han dado pasos, como el convertir el fútbol en asignatura en los centros de enseñanza primaria. Pero “la planificación no es buena”, considera un profesional europeo del sector afincado en China.
Los padres no ven con buenos ojos que sus hijos únicos dediquen el tiempo a pegar patadas a un balón, en lugar de resolver problemas de matemáticas. Además, “faltan campos de fútbol donde puedan practicar. Y aunque tienen buena técnica, no hay competición entre ellos que les permita desarrollarla”.