Hace días, escribí en mi facebook que el mejor cantautor iberoamericano de todos los tiempos es Silvio Rodríguez. Mi mensaje lo adorné con una de las genialidades del inmenso artista cubano: “Qué se puede querer si todo es horizonte”.
Mis palabras provocaron crueles críticas y agradables aplausos. Desconocía que el tema alteraría epidermis y despertaría fanatismos, hasta el grado de que me enteré que hubo una peña para “elegir” los diez cantautores más extraordinarios de los idiomas castellano y portugués. Como en el grupo participaban abogados, comunistas y reaccionarios, no hubo acuerdo. Yo tengo mi propia lista, la cual lanzo con la certeza de que, a quienes les interese el asunto, tendrán la suya y la defenderán con uñas y dientes.
Ya lo expresé: el más grande es Silvio Rodríguez. Nadie tiene la profundidad en las letras como el antillano. Sus estrofas retumban conciencias, acarician sueños y abonan al amor. Sus canciones las escuchamos una y otra vez, y cada vez que lo hacemos aprendemos algo.
Le sigue Joan Manuel Serrat. El hombre trascendió los siglos. Masificó a los poetas. Desde España, descubrió a una América mestiza, y no usó carabela, lo hizo a pura garganta, y su Mediterráneo inundó todos los mares. Su compatriota, Luis Eduardo Aute es mi tercer favorito. Polifacético, intenso e inmenso, sus letras alteran los sentidos y descifran las más silvestres pasiones.
Continúo con la Madre Patria, y llega Joaquín Sabina, con sombrero de bufón y aire bohemio, irreverente, atrevido, soez. Sus palabras son la anarquía hecha música, con un talento incalculable. Mi quinto favorito es nuestro Juan Luis Guerra. Sus letras se visten con el arcoiris, y nos perfuman con vientos caribeños de dolor, amor y esperanza.
El sexto puesto es de Alberto Cortez. El argentino que hace de la poesía canción, que le canta a todo con elegancia y precisión, filósofo de la libertad. El número de la suerte corresponde al futuro imperio: Brasil, con Chico Buarque. Políglota, escritor, dramaturgo y mil cosas más. “Oh qué será” es su emblema, algo tan cotidiano que hasta da risa saber de qué se trata.
Si hay una canción de canciones, cantada por todo el mundo, es “Gracias a la vida”, de la argentina Violeta Parra, el folclor hecho persona, la primera latina que expuso en el Louvre, la que rompió barreras e hizo de su voz una bandera contra las injusticias. Es mi octava preferida. El noveno, otro cubano, Pablo Milanés. Basta con “Para vivir” y “Yolanda”. El décimo puesto es para otro español: Víctor Manuel, con “Ay amor”, “Solo pienso en ti” y “Soy un corazón tendido al sol”.
¿Usted qué opina de esta selección? ¿Cuál es la suya? l