Santiago. Las precariedades que sufren profesores y estudiantes en el Club Gregorio Urbano Gilbert, donde fueron trasladados los 1,100 estudiantes del liceo Víctor Espaillat Mera, han obligado a que sean alternados los días en que se imparte docencia.
En la actualidad, docentes y escolares solo tienen habilitadas cuatro aulas, separadas con cartones. En cada una reciben el pan de la enseñanza entre 35 y hasta 45 alumnos. Si hoy el primero y el tercero de bachillerato reciben clases, no pueden hacerlo al otro día, pues les toca al segundo y al cuarto.
Y es que, a dos semanas de haber clausurado el liceo Víctor Manuel Espaillat Mera, las autoridades educativas no cumplen la promesa de reparar el viejo almacén donde recibían clases más de mil niños y adolescentes.
Tampoco se concretiza la compra del terreno para la construcción de un politécnico como habían informado funcionarios de la dirección provincial de Educación.
“Aún no han hecho nada, el solar no ha sido comprado a pesar de que prometieron la compra inmediata del terreno”, expresó, Johanna Marmolejos, psicóloga del centro. Los cambios de hora son mediante un silbido de pito, pero los estudiantes apenas pueden moverse en medio de tan limitado espacio.