Los hábitos de leer y escribir están en un momento de quiebre, de ruptura. El de escribir se está comprimiendo de tal forma que parece que volvemos a los textos de telegramas. Mensajitos que parecen encriptaciones que sólo lo pueden leer quien tenga un decodificador. Es Internet, son los e-mail, es la revolución de la lectura y escritura. Ahora se lee rápido, superficial y saltando de una información a otra, muchas veces sin haber captado el significado completo de la anterior. Se escribe ayudado por un corrector que elige la palabra que cree correcta y no la que se quiere decir, por lo que a veces salen frases raras o con significados opuestos al interés del redactor.
La expansión de los teléfonos inteligentes y las computadoras, junto a la multitud de redes sociales, blogs, periódicos y revistas están cambiado no solo nuestra forma de leer y escribir, sino también nuestro cerebro. Ese órgano súper plástico que se adapta, nos adapta y nos hace que seamos otro, aunque seamos el mismo.
Nuestros jóvenes tienden a la desconcentración cuando están frente a cualquier texto, no importa su tamaño. Cuando están leyendo tienden a actuar en zigzag, saltan de un texto a otro y muchas veces el salto es del texto de un aparato al de otro aparato. Pero no se salta de un texto a otro que habla sobre el mismo tema, no, son temas totalmente distinto. Al igual que saltan de una conversación con alguien a otra conversación con varios y viceversa. Todo a la vez. Para ellos la conversación es el tiempo que transcurre hasta el siguiente bip que les anuncia que tienen un mensaje en el celular o la computadora.
Aparentemente se lee mucho, pero la sensación que queda es peor aún que la de leer poco, pues parece que la forma nueva de leer, la lectura que se hace en pantallas, casi siempre muy por encima y a saltos, lo que genera es una sensación de un falso aprendizaje.
Las bibliotecas y librerías tienden a desaparecer. La red se llena de imágenes y textos. Gente que no leía ni los periódicos, ahora tiene un celular en el que lee y escribe mensajitos. Estamos ya en el futuro, o lo que algunos creían el futuro. La brecha entre el que sabe y el que no sabe es cada vez más grande. Quienes consigan educar a sus hijos y a sus sociedades con conocimientos, y no sólo con información ligera, serán quienes tendrán el control; pues no hay otra forma de gobernar o controlar que no sea a través del conocimiento y práctica de todo lo creado por la humanidad.