Lectura hot

“Y luego no pude más. Le quité su t-shirt, imité la acción de él y lo olí, y ¡oh, Dios mío!, olía increíble, a él, familiar, confortante y exótico. Luego pasé mis dedos por su pecho, deteniéndome justamente…

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“Y luego no pude más. Le quité su t-shirt, imité la acción de él y lo olí, y ¡oh, Dios mío!, olía increíble, a él, familiar, confortante y exótico. Luego pasé mis dedos por su pecho, deteniéndome justamente en el trazo de cabellos negros de su estómago, esos que llevaban a sus jeans. Quité el botón, bajé el zipper”… El resto lo dejamos  a tu imaginación.

El anterior es un fragmento del texto erótico del best seller del periódico estadounidense  The New York Times, Falling into you. Fue el tercer texto elegido para el book club de chicas al que pertenezco y el detonador que me invitó a escribir acerca de este tema. Les explico. Investigando sobre el libro que sugeriría (fue justamente Falling in to you), descubrí que de acuerdo a las estadísticas de Amazon.com, dentro del top 10 de sus libros más vendidos de 2012, cinco de ellos pertenecían a la literatura erótica. Entonces, es inevitable cuestionarse: ¿Qué pasa ahora que antes no? ¿Por qué esta apertura a lo erótico? ¿Las mujeres se sienten menos censuradas a sentir?

Prólogo

Para escribir, y hasta aceptar la literatura erótica, se debe “entender la sensualidad, la seducción y el sexo como un objeto de escritura válido como cualquier otro; no tener tapujos, moralinas, inhibiciones ni vergüenzas”, nos describe Ruth Herrera, directora de Ediciones Generales de Santillana.

Ese lenguaje llano, sensual, con escenarios dignos de cualquier mente creativa en el plano del placer, de esas fantasías que creíamos sólo existían en nuestra cabeza; pero ¡oh, sorpresa!, otras las piensan igual que nosotras. Este tipo de lecturas se ha convertido en favorita entre las mujeres, ubicándose muy lejos del porno tan codiciado por ellos.

El psicólogo y terapeuta sexual y de parejas del Centro Vida y Familia, Ramón Almánzar, nos explica que hay un trecho entre lo erótico y lo pornográfico. “El concepto de erótico implica la sublimación de una necesidad sexual en deseo psicológico. El erotismo es la intelectualización del impulso sexual para estilizarlo, mientras que el porno retrata lo sexual desde un aspecto más crudo y explicativo”.

¿Por qué ahora?

La literatura erótica ha existido desde hace siglos. Por mencionar algunos textos de antaño están, Decameron, de Giovanni Boccaccio o Trópico de cáncer de Henry Miller. Entonces surge la pregunta, ¿por qué ahora? Almánzar explica que dicha apertura se debe a la revolución de igualdad de sexos. “La mujer tiene más aceptación. Se ha reconocido que es una fuerza que suma a nivel social. Esto ayuda a que muchas se sientan con la fortaleza para leer estos textos sin la necesidad de sentirse culpables”.

De las páginas a la realidad

“Son muy buen recurso para la aventura erótica”, afirma Suzie Heeumann en su libro Kama Sutra total. Y así también lo confirma Almánzar. Estimulan las fantasías, la fisiología relacionada a la respuesta sexual, pero no son un manual de sexo propiamente dicho.  El sólo hecho de leer este tipo de textos va mermando los tabúes en torno al sexo, pero no por ello podrás asumirlo como una autoterapia, cada vez que necesites ayuda en este apartado. “La literatura erótica ayuda a la mujer a darse cuenta de cuáles son sus disparadores sexuales y las sensaciones corporales que producen”, apunta el experto.

Escribe tu propia historia

Fantasear en tu cabeza y plasmarlo en papel puede ser el detonante para un encuentro sexual de fuegos artificiales incluidos. Heumann, en el apartado “El arte de  escribir para seducir”, expone una técnica que puede ayudar. “Toma lápiz y papel y escribe durante 10 minutos. Sin censuras. Plasma todo lo que venga a la mente. A tu hombre no le importa que seas la mejor escritora”. 

El lado negativo

Recuerdo un capítulo de Sexo en la ciudad donde Miranda había conocido un “buen partido”. Sin embargo, en la cama todos los movimientos de su nuevo galán giraban en torno a la película pornográfica que estaba viendo en ese momento. Evidentemente, la intimidad, más que un buen filme con escenas candentes, se convertía en algo mecánico, sin mencionar que va anclado a lo porno, donde muchas veces el placer de la mujer es secundario.

Algo parecido a lo vivido por Miranda puede suceder si condicionas tu intimidad a hacer exactamente lo que sucede en tu historia erótica favorita, cada vez  que vayas a la cama con tu pareja.

Está bien que recurras a la literatura erótica para subir la intensidad del fuego en la alcoba por medio de la imaginación, pero si para estimularte sexualmente debes obligatoriamente usar tu “libro de cabecera”, entonces estarás creando un adicción a dicho material. A final de cuentas, su efecto positivo, podría degenerar en un trastorno.P

Recomendaciones

Más allá de 50 sombras de Grey hay un mundo. Anota estos títulos para saborear en la intimidad, y para sugerir a tus amigas.

1. Justine, del Marqués de Sade.

2. Fanny Hill, de John Cleland.

3. El Callejón de las flores, de Ligia Minaya.

4. Desnuda, de Raine Miller.

5. Pídeme lo que quieras o déjame, de Megan Maxwell.

Sin censura

“Las mujeres se enganchan inmediatamente a estos libros porque además de sentirse identificadas con el material, les ayuda a liberar esas energías sexuales que muchas veces censuran o inhiben a causa de la sociedad”, Ramón Almánzar, psicólogo y terapeuta sexual y de pareja.

“La simple lectura de una escena erótica en una revista o libro, conjura en nuestra mente imágenes que despiertan el acto del deseo”, Carol G. Wells.

Creatividad sexual.

“La literatura erótica es de mucha utilidad para el tratamiento de la falta de deseo sexual”, Claudia Rampazzo, autora de Sana tu vida íntima.

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