“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. Cor. 4. 17.
La vida es como un crisol, hay que pasar la prueba para brillar y ganar valor; “…esta leve tribulación”. Y nosotros, los seres humanos, que al mínimo inconveniente pensamos que el mundo se nos viene encima. Pensamos que Dios tarda en responder porque ya nos olvidó. Las pruebas son difíciles, por eso se llaman así.
En Segunda de Corintios, Pablo hace un llamado a sus compañeros a ser maduros y, específicamente, a la madurez espiritual, que está precedida de paciencia y de esperanza. Pero Pablo nos llama a ponerle ánimo, “por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.