“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera así mismo, y se va, y luego olvida cómo era”.Stgo. 1. 23, 24.
Si leemos sobre las enseñanzas de Jesús y dejamos todo esto como archivo muerto en nuestro cerebro, no hacemos nada. Si escuchamos sobre la fe y la cultura de la paz que nos legó Jesús y dejamos que las palabras se las lleve el aire, desvanecidas, no hacemos nada. Si decimos que practicamos la Palabra de Dios y en secreto la desestimamos, no hacemos nada.
La fe sin obra es muerta. Jesús lo enseñó refiriéndose a sus hechos y su discurso: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis” (Jn. 10.37). Creer en Dios es escuchar, leer, conocer, asumir, decir, pero hacer, sobre todo hacer. En las cosas de Dios conocimiento y hechos deben marchar juntos.