Tal y como había señalado la producción de la cinta Morir soñando, la trama de la misma se desarrolla en torno a la acción y al romance.La cinta, que llega desde hoy llega a las salas de cine del país, es un proyecto pretencioso que pasa sin pena ni gloria. Se entiende que el esfuerzo artístico, económico y humano que conlleva una producción audiovisual sólo es conocido por quienes hacen cine, sin embargo, es necesario que antes de iniciar el rodaje de una obra cinematográfica se ponderen con mayor criterio algunos elementos básicos. En esta trama, que gira en torno a la historia entrelazada de una relacionista pública, un biólogo marino y un productor, el guión, elaborado y producido por José Miguel Bonetti, aborda la relación del narcotráfico con el Estado, problemas familiares y el encubrimiento de agentes especiales.
La selección de las locaciones y la colorida fotografía son elementos que versan a favor de esta cinta, que duró cinco semanas de rodaje y en la que, según Bonetti, no se escatimaron esfuerzos con el objetivo de que “el público reciba una propuesta de calidad”.
La reiteración de algunos elementos en combinación con la acción, el uso de contenidos propagandísticos sin decoro, el manejo del guión, que por ocasiones se torna soso y poco lógico, los puntos de giro débiles, la musicalización, que la mayoría de veces hace sentir que fue diseñada para una película infantil de The Walt Disney Company y los efectos especiales mal logrados, son algunos de los elementos que van en contra de la película protagonizada por la actriz colombiana Ximena Duque y el actor cubano Pedro Moreno. La actuación cómica y villana del cineasta Alfonso Rodríguez hace honor al papel que representa, mientras que las intervenciones de Hemky Madera, Marcos Bonetti y demás miembros del elenco es aceptable. Tanto Celinés Toribio como Hony Estrella se dieron a destacar en la cinta con sus respectivas interpretaciones, aunque sus roles pudieron tener matices más ricos.