“Den, pues, a cada uno lo que le corresponde: el impuesto, si se le debe impuesto; las tasas, si se le deben tasas; obediencia, si corresponde obedecer; respeto si se le debe respeto”. Rm. 13: 7.
El respeto a la autoridad es deber de todo ciudadano, y de manera muy especial, de todo cristiano: “Sométase toda persona a las autoridades superiores” (Romanos 13.1). “Lo que es del César pagádselo al César, y lo que es de Dios, a Dios”. (Mr.12: 17).
Los humanos somos imperfectos, tenemos incluso la capacidad de ser corruptos, injustos y mentirosos; cada cual que cargue con su pecado, pero el que a conciencia obra sabe que debe actuar correctamente. Estamos llamados a ser buenos, a ser honestos, a honrar la verdad y tenemos capacidad para todo ello. No importa quién hizo la ley, la ley existe, no importa quién dirige, él o ella es la autoridad. Nuestro deber es ser buenos cristianos.