Si de algo uno queda convencido al conocer a Ramón Pina Acevedo, es de que es un celoso guardián de sus recuerdos, de los objetos que para él tienen un gran valor sentimental y que conserva de manera impecable.
Las instalaciones de sus oficinas, ubicadas en la vieja casona colonial que comprara su padre en 1945 y en la cual instaló su escritorio un año más tarde, conservan el estilo original. Allí ha ejercido la carrera de abogado por más de 67 años, en el mismo sitio donde se encontraba el dormitorio de su papá, sin dudas, una de las personas que más amó en la vida.
Pina Acevedo nos recibió sentado en su escritorio, justo delante de una imagen de Rafael Leonidas Trujillo, su primo hermano, un detalle que no podíamos dejar pasar por alto, y al ser preguntado por sus vínculos con “El Jefe”, afirma que no sentía cariño por él, pero sí admiración. “Ningún hombre es totalmente bueno, ni totalmente malo. El hombre más bueno tiene algún resquicio malo en alguna parte y el hombre más malo, tiene algún resquicio bueno en algún sitio”.
En el mundo del boxeo, con orgullo afirma haber conocido a los púgiles más sobresalientes de todos los tiempos. En este terreno también cuenta con suficiente autoridad, no en vano fue electo y reelecto presidente de la Organización Mundial de Boxeo.
A sus casi 92 años, es poco lo que no recuerda del transitar por la vida y de sus experiencias en el ámbito profesional, tanto en el ring, como en los tribunales de la República.
1. De Yamasá
Nací en Yamasá, el 22 de noviembre de 1922, no recuerdo muchas cosas de esos primeros años de mi infancia, porque estaba muy chiquito. Llegué al tercer año de Medicina, pero esa, realmente, no era mi vocación. Si yo hubiera sido médico, habría matado muchísima gente, porque esa no era mi vocación y cuando uno trabaja en algo que no es su vocación, uno fracasa.
2. Tres apellidos
Yo tengo tres apellidos, porque soy hijo de Teódulo Pina Chevalier con Adelina Martínez; pero Teódulo Pina Chevalier casó con Ozema Acevedo, y Ozema Acevedo fue quien me crió a mí y me adoptó, de acuerdo con la ley vigente en ese momento, que es la que estableció que el adoptado debía añadir a sus apellidos, los apellidos del adoptante. De manera que yo tengo el apellido de madre natural y de mi madre adoptiva.
3. Amante del boxeo
Todo inició en el año 1929, cuando, a la edad de siete años, mi papá me llevó por primera vez a un estadio de boxeo. Desde entonces, quedé ligado y me interesó ese deporte hasta el día de hoy. Fui comisionado nacional de boxeo y, como tal, reviví ese deporte hasta donde yo pude y le hice sus relaciones internacionales que perduran hasta hoy. Llegué a ser dos veces presidente de la Organización Mundial de Boxeo. Fui elegido y después reelegido, y no me reeligieron una tercera vez, porque no soy muy dado a la reelección.
4. Primo del Jefe
Trujillo era primo hermano mío. Déjeme decirles, para que se sepa por qué éramos primos hermanos. Una señora que se llamó Ercina Chevalier, casó primero con un señor llamado Pedro Molina y tuvo dos hijos: una hembra que se llamaba Julia, y un varón que se llamaba Ernesto. Los conocí a los dos. Al morir Pedro Molina, Ercina volvió a casar con el general Juan Pablo Pina y con él tuvo dos hijos, Teódulo Pina Chevalier y Plinio Pina Chevalier. Teódulo Pina Chevalier es mi padre, mi padre era hermano de madre de la madre de Trujillo.
5. La casa
Esta casa, donde funciona mi oficina, la compró mi papá en el año 1945. Yo me gradué en el 1946 y desde entonces tengo aquí mi oficina. Nunca he pensado mudarme de aquí, todo lo contrario, alguien una vez me sugirió que hiciera aquí un edificio, que demoliera la casa e hiciera un edificio, y yo le dije que siempre y cuando la habitación donde tengo mi oficina sea respetada en la demolición y la dejen como un museo, porque en este cuarto era donde dormía mi papá y aquí fue donde instalé mi escritorio.
6. Mandela
Un recuerdo que me causa gran emoción, fue una vez que a un peleador puertorriqueño, llamado Luis Pote Rivera, se le autorizó una pelea por un título mundial con un boxeador sudafricano que se llamaba Dingam Tobera, por el título ligero. Yo fui a Suráfrica a supervisar esa pelea, y cuando llegué y me metí a mi hotel, recibo la noticia de que Nelson Mandela estaba en ese mismo hotel y que sabía que un nacional de su país iba a discutir un título mundial en Johannesburgo. Nos concedió una audiencia a mí y a los tres jueces de la pelea. Para mí fue un gran honor haber saludado personalmente a Nelson Mandela. Él era un hombre encantador.
7. Presidentes Dominicanos
Cuando yo nací, en este país no había presidente, el país estaba intervenido por las tropas norteamericanas, lo que había era un gobernador militar. En 1924, se produjo la desocupación de la República Dominicana y se buscó a un presidente provisional, que fue Juan Bautista Vicini, que presidió unas elecciones libres, en las que resultó ganador Horacio Vázquez. Conocí a Horacio Vásquez siendo un niño, en el año 1929. Él vivía en la calle Las Mercedes; no es que lo traté, pero lo vi ahí. En el 1930, como respuesta a la pretendida prolongación en el poder de Horacio Vásquez, se produjo el golpe de Estado que lo derribó y pasó a ocupar la Presidencia Rafael Estrella Ureña, que es quien convoca las elecciones de 1930, donde ganó Trujillo y comenzó su era. Con los demás presidentes que Trujillo presentaba, después del atentado contra Rómulo Betancourt, era para evadir responsabilidad. Luego permite el ascenso al poder de Joaquín Balaguer, es decir, que soy el único dominicano que estuvo presente el primer día que Balaguer ascendió al poder y el último día que gobernó el país. Yo era diputado, miembro de la Asamblea Nacional el día que Balaguer asumió la Presidencia, y era Procurador General de la República, el día que le entregó el gobierno a Leonel Fernández. Conocí a todos los presidentes que sucedieron, hasta la vuelta de Balaguer, en 1966: Guzmán; en el 1978; Jacobo Majluta, 43 días antes de Salvador Jorge Blanco, en el 82; Balaguer, en el 86; Leonel Fernández, en el 96; Hipólito Mejía en el 2000 y Danilo en el 2012.
8. Profesor universitario
Fui profesor universitario. Impartía las asignaturas: Procedimiento Criminal, Criminología, Derecho Penal… Entre mis alumnos estaban Peña Gómez y Jorge Subero Isa, eran muy buenos. En la gestión de Peña Gómez en el Ayuntamiento, fui Consultor Jurídico. Muchos abogados se han ganado mi respeto, muchos… En primer caso, puedo citar a Rafael Alburquerque, ese merece respeto, y muchos otros, pero de la vieja ola, porque de los de la nueva ola es muy difícil encontrar alguien que merezca respeto. A los abogados les hace falta estudiar y ser consecuentes con la profesión.
9. Padre y esposo
Los recuerdos más felices son muchos, pero uno de los más felices fue el día que me casé con Betania Peláez de Pina, llevamos 56 años de casados y tenemos dos hijas. Tengo seis hijos, César Pina Toribio, abogado; Ramón Pina Pierre, abogado; Teódulo Pina Pierre, Médico; Ozema del Carmen Pina y Alejandra Pina, abogadas y Ozema Pina Mieses, periodista. Esos son mis seis hijos.
10. Incansable
Si me retiro, me muero. Mi primer caso fue de un joven que habían acusado de robo y conseguí que lo descargaran. Esa fue la primera causa que se defendió en el Palacio de Justicia de Ciudad Nueva, cuando se inauguró. Espero morir tranquilo. No me arrepiento de nada, me siento conforme con todo lo que ha pasado en mi vida. Me preocupa ver que este país no está funcionando bien, quizás porque los dominicanos desconocen su propia historia y el que no conoce su historia, no puede vivir bien.
Hijo y profesional agradecido
Para mí, lo más triste que me ha pasado fue la pérdida de mi papá. Aunque ya yo era un hombre, era abogado cuando él murió, no existe un solo día que no lo recuerde. Físicamente no me parecía a él, él era de contextura gruesa, era más o menos de mi estatura, pero no nos parecíamos. Él tenía los ojos verdes.
Salí más parecido a mi mamá que a él. Su muerte fue muy difícil para mí, por la sencilla razón de que él y yo nos identificamos mucho. Él dirigió mi formación, se ocupaba de comprarme los libros que él entendía que yo debía leer. Había días en que él anotaba en su agenda: “el lunes, Ramón va a comenzar a leer a Papini”, por ejemplo. Y ese mismo día, el lunes, por la mañana, sin yo haberme levantado, entraba a mi cuarto y me decía: “mira, aquí está Papini”, y yo tenía que leerlo y después decirle qué había encontrado en el libro. Eso me ayudó y me creó hábito de lectura. Amé mucho a mi padre, todavía lo amo. De mi padre admiraba un aspecto muy positivo, que era su fiel sujeción a la amistad. Fue siempre muy buen amigo de todos sus amigos. Como abogado he tenido tantos éxitos como fracasos. Yo tuve una vez un pleito muy largo con la Gulf And Western, American Corporation, allá en La Romana, y lo gané al final. Ese fue un día de mucha satisfacción para mí. Fue un pleito muy largo, todavía conservo el expediente completo en mi casa. De eso hace años. No me creo ser un exitoso abogado, la gente lo piensa, pero yo no creo lo mismo. Tengo 67 años ejerciendo esta profesión. Me siento orgulloso de mi carrera, porque mi carrera me lo ha dado todo.