En sus primeros años de vida en su pueblo natal, San Francisco de Macorís, el pequeño Julián esperaba ansioso que sonara el timbre de la escuela para salir corriendo a reunirse con sus amigos a jugar pelota.
En esa actividad invertía sus horas libres, por amor al juego, por disfrutar con los amigos y porque para esos años el béisbol era el deporte que practicaban todos los niños.
A pesar de que tenía sus beisbolistas favoritos, aquellos que realizaban las hazañas que hacían historia en el deporte del guante, el bate y la pelota, jamás pensó en el béisbol como una profesión, y menos en que un día llegaría a ser un estelar de las Grandes Ligas.
Pero aunque solo jugaba por diversión, su desempeño en el terreno de juego no pasaba inadvertido.
Eso quedó demostrado el día en que unos scouts de Estados Unidos visitaron el país para ver los prospectos, entre los cuales se encontraba Julián.
Tan pronto hizo galas de su habilidad para el juego, se convirtió en uno de los objetivos de los visitantes.
Fue así como a la edad de 20 años, Manuel Julián Javier Liranzo obtenía su primer contrato para jugar en doble A.
Unos años más tarde pasó a las Grandes Ligas, donde comenzó una carrera exitosa y escribió su nombre en las páginas inmortales del deporte por excelencia de los dominicanos.
En esta conversación, Julián Javier, nos cuenta las dificultades que enfrentó luego de salir de su país, sobre todo de su pueblo, San Francisco de Macorís, del que nunca pensó marcharse, y llegar a un lugar diferente en idioma, cultura y clima.
En la actualidad, se considera un hombre feliz y orgulloso de todo lo que alcanzó durante su carrera, y agradece a la vida las oportunidades que le dio y que aún le sigue brindando.
1. De San Francisco de Macorís
Nací el día nueve de agosto de 1936, en San Francisco de Macorís. Mi familia es de Tenares. Aquí nací y me crié, aquí nacieron mis hijos. Mi padre se llamaba Manuel Julián Javier y mi madre, María Esperanza Liranzo de Javier. Recuerdo que en mis primeros años de vida jugaba mucha pelota con todos los muchachitos. Salía de la escuela a jugar pelota. Llegaba tarde a la casa, me daban mi pelita. Así seguí, hasta jugar pelota amateur muy bien y de ahí a los Estados Unidos.
2. Mi tierra
Lo más difícil de jugar en los Estados Unidos, era el idioma, el invierno que era muy fuerte, pero uno se defendió y pudo llegar gracias a la dedicación y al amor por el juego. Pero algo de verdad difícil fue dejar mi país y mi pueblo. Esta es mi tierra, San Francisco de Macorís, aquí nací, me crié y aquí sigo viviendo. Aquí fue que hice todo, salí y volví. Siempre he estado aquí, no me imagino viviendo en otro lugar. El futuro es lo que viene.
3. La firma
Yo jugaba béisbol como todos los niños de mi época. Para mí era una diversión, pero un día vinieron a vernos jugar unos scouts de Estados Unidos, y me firmaron. Firmé a los 20 años con el equipo Los Piratas de Pittsburgh. Lo más difícil de ese momento fue irme a un país diferente; primero salir de San Francisco de Macorís, mi tierra natal, dejar a la gente donde nací y me crié, y después enfrentarme a un idioma y una cultura diferentes. Debuté en las mayores el día 28 de mayo de 1960 con Los Cardenales de San Luis. Estuve en los Cardenales de San Luis desde 1960 hasta 1971 y en los Rojos de Cincinnati en el año 1972.
4. Padre y profesional
En los tiempos que jugaba, era difícil sacar el tiempo para estar con la familia. En ese tiempo, la madre era la que estaba a cargo de los hijos, porque uno vivía siempre trabajando, fuera del país, pero siempre estaba al tanto de las cosas de ellos. Pero todos los años, cuando los niños terminaban el colegio, me llevaba a la familia, algo que no era muy fácil, a nivel económico, porque no eran los sueldos de ahora. Después, mi hijo Stanley llegó a las Grandes Ligas, pero solo lo veía por televisión. Me fijaba bien en su juego.
5. El retiro
Yo me retiré porque ese día me mandaron a decir que me iban a cambiar, y yo le dije que si me cambiaban me retiraba. Cuando me dijeron que era para eso, me retiré, y como estaba terminando la temporada me fui para mi casa. Cuando me llamaron, uno de los compañeros que estaba ahí conmigo, me dijo que no fuera, que era para cambiarme. Del retiro, lo que más uno extraña son los estadios, los juegos… pero después uno se va acostumbrando. En la actualidad, me siento muy feliz, gracias a Dios la salud está bien. Lo único malo es la edad que va subiendo. Jajaja..
6. Inmortal
Mi exaltación al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano es uno de los recuerdos más significativos de mi carrera. Me siento muy satisfecho con mi carrera, la cual fue muy exitosa, fui de los primeros, de los grandes jugadores. Para mí todo fue muy exitoso.
7. Nuevas ligas
Nosotros participamos en la fundación de la Liga Khoury en República Dominicana, que más tarde cambió su nombre por el de Liga Roberto Clemente, en honor al legendario jugador de los Piratas de Pittsburgh Roberto Clemente. También la Liga de Verano, integrada por cuatro equipos de las ciudades de Santiago, Puerto Plata, La Vega y San Francisco de Macorís. Esa liga duró desde el año 1975 hasta el 1978. Junto a mi hijo Stanley, fundamos los Gigantes del Cibao.
8. ¿El dueño del estadio?
Tú sabes que el Estadio de San Francisco de Macorís lleva mi nombre. Y lo más gracioso es que la gente piensa que yo soy el dueño de ese estadio. Eso me da mucha risa, y les digo: “Ojalá yo ser el dueño”. El estadio fue construido para los Juegos Nacionales de 1975, y tiene capacidad para 12 mil personas. Para mí fue una alta distinción que le pusieran mi nombre a ese estadio.
9. Los fanáticos
El fanático dominicano es tan fanático, que es casi loco. Los fanáticos en los Estados Unidos aplauden las buenas jugadas, a ellos no les importa que las haga un equipo diferente al suyo. Para ellos lo importante es el juego y las buenas jugadas se celebran. Allá no te gritan malas palabras, ni insultos, pero entiendo que eso es parte de la emoción de los fanáticos dominicanos, que son muy especiales y que gozan su juego y apoyan su equipo.
10. Vida familiar
Estuve casado con Inés Beatriz Negrín, con ella procree cinco hijos: Julieta, José Julián, Stanley, Susy Alexandra y Lynette. Manuel Julián es ingeniero; Stanley, también jugó en las Grandes Ligas, Julián J, es cardiólogo en Naples, Florida. Actualmente estoy casado con Yolanda Mercedes Then de Javier y me siento muy feliz, es una persona muy tranquila.
Juegos de estrellas y series mundiales
Durante el desarrollo de mi carrera he participado en dos juegos de Estrellas y en cuatro Series Mundiales con los Cardenales de San Luis y los Rojos de Cincinnati. En la liga Invernal Dominicana siempre jugué con mucho entusiasmo y entrega con las Águilas Cibaeñas. He sido dirigente en la liga Dominicana. Nunca olvidaré el día nueve de julio de 1963, junto a mis compañeros de equipo Bill White, Dick Groat y Ken Boyer de los Cardenales en el Juego de Estrellas de la Liga Nacional. En el Juego de Estrellas de 1968 fui considerado el Jugador Más Valioso. Algo que nunca olvido es un juego que tuvimos en el Estadio Cibao, frente a los Tigres del Licey, cuando yo jugaba con las Águilas Cibaeñas: se armó un pleito en el cual tuvo que intervenir la policía, pero resulta que los macanazos solo se lo daban a los del Licey, a los de las Águilas no le pusieron la mano.
Ausencia
“En los tiempos que jugaba, era difícil sacar el tiempo para estar con la familia. En esa época, la madre era la que estaba a cargo de los hijos”.
Una fecha
“Debuté en las mayores el día 28 de mayo de 1960 con los Cardenales de San Luis. Estuve en los Cardenales de San Luis desde 1960 hasta 1971”.