“Creedme que yo soy en el Padre y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras”. Jn. 14. 11.
El misterio de la Santísima Trinidad no tiene explicación lógica o científica. Jesús declaró a sus discípulos, ante preguntas de Tomás, que Él y Dios, el Padre, son un mismo ser: “Si me conocieseis, también a mi padre conoceríais”, y Felipe inquirió: “muéstranos a tu padre y nos basta”. La respuesta de Jesús fue contundente: “El que me ha visto a mi, ha visto a mi padre”. Más adelante, en el Nuevo Testamento vemos en 1 Juan 5, la esencia de la Trinidad: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo -que es el hijo- y el Espíritu Santo; y estos tres son uno”. Esto es parte intrínseca de la fe, el creer esta verdad salvífica por encima del cuestionamiento racional de la carne.