“Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sostienen”.
Sal. 23. 4.
La vida es un corto camino que nos parece largo, un corto camino que muchos quisieran que fuera interminable, un corto camino que otros quisieran que terminara antes.
Es un camino en el que tenemos que sortear obstáculos, un camino en el que podemos pasar de una hermosa villa campestre a un bosque lúgubre y aterrador.
Es justo ahí, en esos bosques lúgubres y aterradores, donde debemos encender la linterna de la fe, asirnos a la vara de la fortaleza, cubrirnos con la cobija de la protección de Dios, y entenderemos que Él siempre ha estado a nuestro lado acompañándonos hasta el fin y más allá.