Rafael Abreu nació en Tenares, desde donde, a la edad de ocho años, salió con su padre y sus seis hermanos en busca de mejores oportunidades. Vivir en más de 20 barrios pobres de la capital y Santo Domingo, le permitió sentir y conocer de cerca la pobreza.
Los limitados recursos económicos en los que se desenvolvía su familia, lo obligó a trabajar a la edad de 12 años, por esta razón no pudo continuar sus estudios superiores. Con el tiempo se fue involucrando en las actividades sociales y culturales de los clubes de los sectores en que vivía, y no pasó mucho tiempo para sentirse conmovido por las precarias condiciones de vida de los trabajadores, así como las intensas jornadas que debían agotar, para al final recibir un pago insignificante, que debían estirar para el consumo de un mes y que no alcanzaba ni para los gastos de una semana.
Estas inquietudes pasaron a lo político cuando se sintió atraído por el combativo Movimiento Popular Dominicano, una actividad por la que fue reducido a prisión durante dos años.
Hoy, asegura que la lucha sindical que ha enarbolado durante casi toda su vida, ha valido la pena, aunque muchas veces los sindicalistas reciben críticas injustas, pero afirma que el balance es positivo cuando se enumeran los frutos.
Pepe aspira a continuar defendiendo las cosas en las que cree, pero sobre todo, a que algún día, los dominicanos despierten en un país más justo e igualitario, en una sociedad con verdadera justicia social.
1. De Tenares
Nací en Tenares, provincia Hermanas Mirabal, pero vine a la capital a los ocho años, por eso puedo decir que mi vida ha transcurrido en los barrios de la capital. He vivido en más de 20 barrios de la capital y Santo Domingo. Mi vida siempre estuvo marcada por vivir en medio de la pobreza y apenado por esa pobreza. No tuve la oportunidad de estudiar, de formarme académicamente, apenas llegué a un octavo curso, porque en mi niñez y en mi adolescencia tenía que trabajar y me fui envolviendo en eso, dejando de lado los estudios. Mamá buscaba mejores condiciones de vida para sus hijos y como la mayoría de la familia de ella y de papá estaba aquí en la capital, ellos vinieron, siguiendo los pasos de los demás.
2. Formación de hogar
Mi madre se llamaba María Consuelo Polanco, y mi padre Ramón Abreu, ambos fallecidos. Ellos fueron personas que, independientemente de que no tuvieran mucha escolaridad, por lo menos criaron a sus hijos siempre tratando que fueran respetuosos, que fueran honrados y eso uno debe valorarlo como un gran aporte de ellos a nuestras vidas. Todos sus hijos hemos llevado una vida digna. Mis padres tuvieron siete hijos, de los cuales han muerto dos.
3. Niño andariego
De niño fui muy travieso, era un niño muy andariego. Mi mamá siempre se quejaba de que yo andaba demasiado. Me iba al río Isabela, un río que era altamente caudaloso, que aunque hoy es una cloaca, antes era un río hermoso. Una vez, intentando cruzarlo, hubo una situación difícil en que por poco pierdo la vida, no era diestro nadando, si no me auxilian otros compañeros con los que andaba jugando, no lo estaría contando. Esa historia uno nunca la cuenta, porque uno siempre se iba escondido de los padres a bañarse en ese río.
4. Muy dispuesto
Comencé a trabajar a la edad de 12 años. Uno de mis primeros empleos fue en una ferretería. Allí tenía que trasegar el cemento para zapatos de un envase a otro, trabajaba con químicos peligrosos sin protección. Algunas enfermedades que he padecido, los médicos me han dicho que quizás tengan su origen en este trabajo que realicé a temprana edad y sin la debida protección. De ese trabajo pasé a diversas fábricas, donde era prácticamente un “utility”. Tenía algo que le gustaba mucho a los jefes, y era que no barajaba, ni ponía peros. Trabaja sin descanso.
5. Activismo social
Mis inquietudes sociales comenzaron básicamente por el tema de los clubes, comencé por aglutinarme con la juventud en los clubes, y eso fue despertando en mí una actitud de conquista. Por ejemplo, como cuando conseguí un trabajo más formal, en la empresa Pololoto Hermanos y Compañía o Dulcera Dominicana, que era una empresa que los dueños eran italianos, en la calle Dr. Tejada Florentino, cerca de Radio Televisión Dominicana. Yo entré ahí muy joven a trabajar. Es ahí donde nacen mis inquietudes en el aspecto sindical, porque ahí vi cómo se trataba al trabajador en ese tiempo, cómo se le explotaba, lo que tenía que trabajar y lo que se le pagaba. Eran horas intensas de un trabajo duro. Eso fue despertando mi interés en la organización del movimiento sindical. Ahí comenzamos a crear organizaciones sindicales que en ese tiempo no eran públicas. En los 12 años de Balaguer esas organizaciones eran clandestinas. Uno hacía sus denuncias por volantes sobre las condiciones en que trabajaban las personas.
6. En peligro
El solo hecho de militar en un grupo como el MPD, se constituía en una amenaza constante a la vida, porque Balaguer decía que las personas que estaban en esas actividades tenían tres caminos, el exilio, la cárcel y la muerte. Entonces algunos decían que estar en el exilio o en la cárcel era un premio, porque estaban vivos. La casa de mi familia era allanada constantemente. Mi mamá sufrió los rigores de una policía que iba a mi casa y le decía, por ejemplo: “doña María, vístase de luto, porque donde encontremos a ese muchacho suyo, no hay vida para él”.
7. Dos años en la cárcel
Cuando a mí me detienen por mi activismo sindical y por mi vinculación con el MPD, estuve dos años en el penal de La Victoria. Y en ese tiempo, estar en ese penal se convirtió en un aprendizaje, uno se daba cuenta de cómo era la vida en la prisión, era el año 1973. Ahí comprendí muchas cosas y conocí mucha forma de ser y pensar, pero también me permitió reflexionar que las acciones traen consecuencias, que cuando accionas en algo, eso te trae consecuencias. En la cárcel vivimos un episodio importante, como fue la huelga de hambre que hicimos, que duró 15 días. Era una huelga en demanda de la libertad de los presos políticos, un período durante el cual no ingerimos ningún tipo de alimento. Algunos compañeros no aguantaron la situación, se desmayaron, hubo que asistirlos médicamente. En ese tiempo los artistas fueron muy solidarios, ocupaban las iglesias en demanda de la libertad de los presos. Vinieron artistas internacionales como Danny Rivera, una bailarina puertorriqueña llamada Iris Chacón… Después de eso, Balaguer flojó un poquito la mano y comenzaron a descargar en los tribunales a algunas personas que tenían causas pendientes. Es decir, que esa huelga de hambre que puso en peligro la vida de muchos compañeros, que muchos después pagaron caro con afecciones a la salud; la solidaridad de los artistas, dio como resultado que se creara un proceso de opinión pública favorable para mejorar las condiciones en que se vivía en la cárcel de La Victoria.
8. Después de la cárcel
Luego comenzamos el trabajo hacia lo que fue la Central General de Trabajadores, que fue muy combativa en su momento. Más que una central sindical, era como una central de denuncias, de confrontación contra el régimen de Balaguer. Cuando en el país se conquistó la libertad, la democracia, luego del gobierno de Antonio Guzmán, en 1978, eso hizo que Balaguer, cuando volvió a gobernar, que duró los últimos 10 años, no pudo ser el mismo, ya el país era otro. En ese sentido, comenzamos un proceso de trabajo hacia crear una organización fuerte, fruto de la fusión de varias, que dio como resultado lo que es hoy la Confederación Nacional de Unidad Sindical. Esa organización tiene varios años de fundada. Creo que ese paso de crear una sola organización fue importante, porque permitió reducir la cantidad de organizaciones sindicales, al punto que hoy, junto con la CASC y la CNTG, formamos lo que se denomina la Mesa Sindical, que es donde las tres centrales se aglutinan para discutir cuestiones de importancia nacional, como el Código Laboral, los salarios, la Seguridad Social, entre otras reivindicaciones.
9. Momentos duros
Cuando mi madre y mi hermana, Bienvenida, que era la mayor y era como una segunda madre, desaparecieron físicamente, esos fueron momentos duros, muy difíciles. Ellas murieron en tiempos distintos, fueron dos golpes muy duros. En esos momentos, uno que cree estar preparado para verlo y aguantarlo todo, cuando llega ese momento, de ver una madre y una hermana de ese nivel fallecidas uno se da cuenta de que no; y el impacto, pese a que uno quiere hacerse el fuerte, es devastador. Es un golpe del que lleva tiempo recuperarse, al punto de que hoy, todavía, uno se entristece cuando lo recuerda, sobre todo porque mi vida fue tan convulsa en esa época, que uno llega a pensar que algún dolor uno le pudo haber causado, por las actividades en las que yo me vinculé.
10. La familia
Conocí a mi esposa, Ana Joaquina, cuando ella era empleada de Obras Públicas, en el año 1976. Nos casamos en el 78, tuvimos tres hijos. Pese a todo, hemos permanecido juntos. Ella siempre ha entendido las acciones que realizamos, siempre ha habido mucho respeto entre nosotros. Nuestros hijos, Haydée Carolina, Kathiuska Massiel y Otto Amauri, nos han dado muchas satisfacciones. Me arrepiento de no haber sido un padre que compartiera más con sus hijos, porque absorbido por los temas, les quitaba tiempo a ellos, pero hoy comparto más con las nietas, lo que no compartí con mis hijos.
“Esta lucha ha valido la pena”
El balance de estas luchas yo lo resumo como entre dulce y amargo, porque por lo general, muchas veces aquí no se aprecia el tema sindical y se llega a decir que no se ha hecho nada, que no se ha avanzado, que todo está igual. Sin embargo, tenemos un Código Laboral que comparado con otros es mejor y fue una lucha del movimiento sindical. Tenemos, con sus defectos, una Ley de Seguridad Social, tenemos unos estándares de discusión salarial en el sector privado que se hace periódicamente, y una ley de Servicio Civil y Carrera Administrativa, mediatizada, pero existe. Hoy, el país goza de un espacio de libertad para expresarse, decir lo que siente y exponer sus ideas, todo eso es fruto de la lucha del movimiento sindical, aunque todos lo que queremos es que sea mejor, que haya una mejor distribución de la riqueza y que los ingresos que perciben la gente sean suficientes para alimentarse, educarse y vestirse bien. Los trabajadores deberían tener asegurado, por lo menos, lo básico para vivir. Las condiciones de los trabajadores serían peores si el sindicalismo no existiera, por eso debe continuar este tipo de demandas.
Matrimonio
Hay que tener claro que el sindicalismo convive con el capitalismo, son un matrimonio en el cual hay confrontaciones, pero también acuerdos”.
Legado
Hoy, el país goza de un espacio de libertad para expresarse, decir lo que siente y exponer sus ideas; todo eso es fruto de la lucha del movimiento sindical”.
Valorado
La gente valora el trabajo de los sindicalistas, sobre todo por los logros obtenidos en cuanto a las conquistas laborales y en la lucha por un mejor salario”.