El doctor José Rafael Deláncer Despradel fue galardonado con el premio Ian Donald, otorgado a médicos especialistas en la realización de sonografías, cuyo trabajo ya ha logrado sobresalir dentro y fuera de su país.
De niño fue muy tímido y le resultaba difícil relacionarse con los demás, incluso, no le gustaba mucho asistir a la escuela, pero con el paso del tiempo fue venciendo este obstáculo, aunque sigue siendo un hombre reservado y discreto.
La pérdida inesperada de su esposa Vanessa Cruz, hace menos de un año, representa uno de los más tristes episodios en la vida de este joven profesional, que ha tenido que seguir adelante con gallardía, despacio y con cautela para evitar tropezar en el camino.
1. Formación de hogar
Nací en Santo Domingo hace 50 años, en una familia de clase media. Mi padre era profesor universitario y mi madre trabajó por tres décadas en el sistema de las Naciones Unidas, aunque también era profesora. Tuve una madre-maestra. Como ambos trabajaban, pasé largo tiempo al cuidado de mi abuela y mi tía-abuela, con toda la carga amorosa y afectiva que eso implica. Desde muy pequeño tuve interés por la música “clásica” y a los siete años comencé estudios formales de música (piano y posteriormente violín) que continué hasta más allá de cumplir los 20.
2. Un niño muy tímido
Me decían “Joché”. Todavía me dicen así. De niño fui muy tímido, introvertido. Era muy hogareño, no me gustaba salir de la casa, ni siquiera para ir a la escuela. No me gustaba ir a la escuela porque me daba dificultad socializar con los otros niños. Esa fue una etapa difícil de mi vida. Esa timidez la empecé a trabajar muy viejo. Fui tímido hasta el otro día. Disfrutar del ambiente social a mí me dio brega toda la vida. Somos dos hermanos de padre y madre, pero tenemos tres hermanos mayores de un matrimonio anterior de mi padre. Hicimos mucha vida en común con ellos, por temporada vivían en casa, se pasaban todas las vacaciones y la Navidad con nosotros. Es decir que somos cinco.
3. Estudios
Estudié la primaria en el Colegio Santa Teresita, dirigido por las hermanas Roque. Recibí influencias directas de la “Tía Minetta” (la emblemática profesora Minetta Roques), un paradigma de la educación dominicana, luchadora por los mejores ideales de la patria, reconocida antitrujillista y defensora de los derechos humanos. En ese colegio entendí los valores de solidaridad, respeto a los demás, justicia social, amor a los demás sin importar condiciones. Todos los seres humanos son iguales, sin importar su raza, sexo, religión, cultura, etc., eso nos enseñó la Tía Minetta. Ella nos instaba a no molestar otros niños por su condición de discapacidad, de vulnerabilidad, o sencillamente por ser diferentes. Los que no obtemperaban a sus sugerencias, eran severamente amonestados por ella.
4. Vocación
Mi vocación por la medicina fue desde muy temprano. Desde que tengo uso de razón. Mis padres me cuentan que desde los cinco años manifesté mi vocación de médico, sobre la cual jamás he tenido dudas. Ingresé a estudiar Medicina en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en el año 1983. Cursé la mitad de la carrera allí, aunque finalmente me gradué del Instituto Tecnológico de Santo Domingo. Tuve la suerte de tener una plantilla profesoral que se consideraba la crema y nata de la ciencia médica del país. Todavía los fundadores de la UNPHU impartían cátedra, de las que disfrute a plenitud. Grandes nombres de profesores que marcaron mi vida: Dr. Mariano Lebrón Saviñón, Dr. Raúl Comme Debroth, Dr. Rafael Santoni, entre muchos otros. De inmediato, ingresé, por tres años, a la residencia de ginecología y obstetricia en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia. Allí tuve el enorme privilegio de ser discípulo directo del más insigne maestro de la ginecobstetricia dominicana, el Doctor Vinicio Calventi, además, honrado como Maestro de la ginecobstetricia latinoamericana. El Dr. Calventi era un monumento en el campo de la ciencia, de la ética, de la moral, de lo humano.
5. Los abuelos
Una pérdida importante fue la de mi abuelo, no tanto por lo que significó directamente para mí, porque yo era muy chiquito, pero resulta que mi abuelo tuvo la desdicha de morirse el día antes de mi cumpleaños número cinco. De ahí en adelante mi cumpleaños tuvo ese sabor agridulce, y de hecho, mi abuela nunca manejó ese duelo de manera adecuada. Yo fui criado prácticamente por mi abuela, entonces, la pérdida del abuelo fue una cosa que gravitó por demasiado tiempo. Ya yo era un adulto cuando murió la abuela, pero me golpeó bastante, porque ella fue una figura clave en mi vida. Posteriormente murió mi papá, y a pesar del dolor que puede producir la muerte del padre, fue más manejable, porque ya yo era mucho más adulto. Mi padre tenía 73 años. La muerte de una persona de esa edad se supone como algo normal, pero lo que no fue normal fue la muerte de mi esposa, Vanessa, porque eso no se suponía que pasara. Ya va a cumplir un año. Murió el día antes de nosotros cumplir 21 años de casados. El día que cumplíamos los 21 años de casados, la estábamos enterrando.
6. Otros horizontes
Desde el año 1997 comencé a hacer contactos con destacados profesores del área de la perinatología y medicina materno-fetal en los Estados Unidos, donde he tenido la oportunidad de realizar entrenamientos en áreas muy específicas, como cribado para cromosomopatías, ecocardiografía fetal, neurosonografía fetal, técnica Doppler, entre otros.
7. Un reconocimiento
Quien inventó la técnica de la sonografía fue un profesor que se llamó Ian Donald, es el padre de la sonografía y hay una escuela internacional de ultrasonido que lleva su nombre, que tiene la sede en Croacia y tiene presencia en más de 140 países, y tiene un director para cada escuela. El director de la escuela de República Dominicana soy yo. Entonces, esa escuela me otorgó la medalla, que es un reconocimiento importante a la trayectoria de médicos que hacen sonografía y que se han destacado en el área. Ese es un reconocimiento muy importante y en lo personal me gusta, porque es un reconocimiento al esfuerzo de muchos años, de muchos estudios.
8. Docente
Desde el año 2004 imparto cursos de sonografía a médicos de diferentes especialidades, lo que me permite cultivar mi otra vocación, la de compartir conocimientos, facilitar el proceso de aprendizaje de otros. A fin de cuentas, el conocimiento no es posesión absoluta de nadie en particular. Nuestro país está ávido de profesionales bien formados, por eso, sería una mezquindad no compartir lo que otros han hecho de manera desinteresada con nosotros. He trabajado de manera concomitante la salud pública, el diseño y puestas en marcha de políticas públicas en salud sexual, reproductiva, salud de la mujer y de los niños y niñas.
9. Padre
Formé familia, tengo hijos varones, que hasta ahora han optado por carreras distintas a la mía. Creo que han sido educados para que puedan tomar sus propias decisiones. Estoy muy orgulloso de ellos porque hasta el momento son seres humanos felices, en paz consigo mismos. Creo que no hay mejor legado que ese.
10. Un adiós a destiempo
Pasé por el terrible y doloroso proceso de ver a mi esposa enfermar y morir en un periodo de pocos meses, cuando aún era una mujer joven. Sin lugar a ninguna duda, el dolor más grande de mi vida. No hay palabras adecuadas para poder explicar con precisión qué se siente ante una situación como esa. Su enfermedad duró 7 meses, tiempo en el cual pudimos despedirnos. Tengo la satisfacción de que pude cuidarla y hacer por ella todos los esfuerzos que la ciencia médica tenía a su disposición. Cuando a uno se le muere cualquier otro familiar, uno tiene a la esposa como soporte para llorar con ella, pero cuando es el esposo o la esposa quien muere eso es indescriptible, desolador. El día del entierro, la gente me acompañó hasta determinada hora, después del entierro, la gente se fue y me quedé solo, sin nadie para hablar, ni para llorar, incluso, los hijos, son dos hermanos, se acompañan entre ellos. Además, hay que tener en cuenta lo de la carga social, el tabú que hay de por medio; me explico, a la semana, mis hijos dijeron: “Vamos para el cine” y se fueron. Eso estaba bien para que despejaran su mente, pero al esposo no se le permite. No está bien visto que el esposo se vaya al cine a la semana de que se le muera la esposa. Hasta eso es diferente.
Profesores de primera
“He tenido la dicha de entrenarme con profesores de renombre mundial como el Dr. Phillipe Jeanty, el Dr. Anthony Vintzileos, o el Dr. Ilan Timor. De mis viajes he aprendido a cultivar la sistematización de la educación continuada. He aprendido que el conocimiento es libre y democrático y que está al alcance de todo aquel que lo quiera accesar. Es por ello que he podido entrenarme en áreas para las cuales los profesionales de países en vías de desarrollo se “autocensuran”, piensan que no tienen “derecho” o que sencillamente son temas “del primer mundo”, y no es así. Todo aquel que se eduque formalmente en determinada área puede hacerlo. Por eso mi práctica de la medicina ha devenido desde hace muchos años en ofrecer a mis pacientes (mujeres y bebés) conocimientos, habilidades y tecnologías avanzadas. Tengo muchos proyectos. Ayudar a introducir en el país la cirugía fetal intraútero, como forma de salvar la vida a cientos de niños y niñas que de no tener acceso van a seguir muriendo o teniendo serias secuelas de por vida. Trabajo por el respeto a la igualdad de las mujeres, por el respeto a la no discriminación de los seres humanos, por el derecho a decidir qué tiene la gente sobre las cuestiones que atañen a su propia salud, y por el derecho que tienen todos y todas a una vida digna”.
Hijos
Estoy muy orgulloso de ellos, porque hasta el momento son seres humanos felices, en paz consigo mismos. Creo que no hay mejor legado que ese”.
El dolor más grande
Pasé por el terrible y doloroso proceso de ver a mi esposa enfermar y morir en un periodo de pocos meses, cuando aún era una mujer joven”.
Aprendizaje
De mis viajes he aprendido a cultivar la sistematización de la educación continuada. He aprendido que el conocimiento es libre y democrático”.