“Si de verdad somos del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a las creaciones del arte y de la fantasía humanas, ya sean de oro, plata o piedra. Ahora, precisamente, Dios quiere superar esos tiempos de ignorancia, y pide a los hombres de todo el mundo un cambio total”. Hch. 17: 29, 30.
Jesús nos enseñó que hay un solo Dios y que hay una sola vía para llegar a la salvación. Los santos fueron y son hombres y mujeres que llevaron una vida de verdadera entrega a Dios, nuestros ejemplos para permanecer firmes y perseverantes. Las estampas y esculturas son la memoria física que tenemos de ellos. Negar el valor de los santos es una injusticia, pero tomar las estampas para adorarlas como si fueran el propio Dios es una posición exagerada. Nos lo han enseñado desde pequeñitos en el catecismo: sólo se adora a Dios. Como nos cita 1 de Corintios 10:4: “Amados míos, huid de la idolatría”.