“De seguro conviene que se diga a Dios: He llevado ya castigo, no ofenderé ya más, enséñame tú lo que yo no veo; si hice mal, no lo haré más”.
Job 34. 31, 32.
Eliú nos da una lección en el libro de Job 34. Mientras Job, en medio de su desgracia culpa a Dios de todas sus penas, llegando al punto de decir: “Yo soy justo, y Dios me ha quitado mi derecho… de nada servirá al hombre el conformar su corazón a la voluntad de Dios”, Eliú le reprende con amor y con sabiduría, explicando a Job y también a nosotros, que, en medio del infortunio, debemos hablar al Señor reconociendo nuestra imperfección, y pedirle que nos muestre su voluntad. La rebeldía no nos suma ni nos sacará de nuestra tribulación, por el contrario, nos aleja más de Dios.