“Él refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a tus hijos en medio de ti”. Sal. 147. 13.
Señor, pongo a mis hijos y a toda mi familia en tus manos. Cúbrelos con tu sangre preciosa, esa que derramaste por amor para salvarnos. Bendícelos y guarda sus pasos. Llena con tu gracia cada espacio de mi casa, que tu Santo Espíritu penetre en cada rincón saciando de paz mi hogar.
Que al cerrar la puerta, salga segura a la calle, con la certeza de que estás conmigo y con cada uno de los miembros de mi familia. Guarda nuestra salida y nuestra llegada, enviando a tus ángeles alrededor nuestro.
Pon en mí el querer como el hacer, que yo pueda corresponder a tu infinita misericordia.
Que tu compañía, tu cuidado y tus bendiciones lleguen no solo a mi hogar, sino a cada uno de los hogares y de los corazones que te conocen y que buscan amarte y seguirte. Amén.