“Lo que me importa es completar mi carrera, y cumplir el encargo que me dio el Señor Jesús: ser testigo del Evangelio, que es la gracia de Dios”. Hch. 20: 24.
En carta a los colosenses, Pablo advierte o recomienda: “…No descuides el servicio que te fue encargado en el Señor y trata de cumplirlo bien”. Nadie dijo que el camino que conduce a Jesús era amplio, llano, fácil… todo lo contrario. Nadie dijo que no recibirías tentaciones luego de decirle “sí” al Señor. El camino es angosto y pedregoso.
Las tentaciones llueven mientras más te aferras a tu servicio, a la obra en la que estés trabajando. Debes actuar como un guerrero, venciendo obstáculos. Si tu trabajo fuese admirado por otras personas, recuerda que la gloria es de Dios, no tuya. Si por tu ministerio te acercas a la fortuna, recuerda que nada te pertenece. Jesús nunca se lucró de su fama y de su talento, menos de su gran poder. No pierdas la visión.