“El que hiciera caer a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que le amarraran al cuello una gran piedra de moler y que lo hundieran en lo más profundo del mar”. Mt. 18. 6.
Un niño o niña es como una computadora nueva que se empieza a llenar, programa por programa. Del “usuario” dependerá si es bien utilizada o si es cargada de “basura” o material “no deseado”.
Las personas adultas somos las que moldeamos el comportamiento de los y las menores; somos capaces de levantar seres humanos buenos, humildes, felices y progresistas, o por el contrario, malos, infelices y perversos.
Así que tenemos un compromiso, hay opción: A los hijos hay que guiarlos en el camino que apenas emprenden en esta vida terrenal, es nuestra responsabilidad, y lo es también de todas aquellas personas que tengan frente a sí a un niño o niña aunque sea por unos segundos. No lo olvidemos.