Monseñor Francisco Ozoria Acosta, presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral Haitiana y de Movilidad Humana, cuestiona que el Estado niegue, a través de la Junta Central Electoral (JCE), la emisión de documentos a los dominicanos de ascendencia haitiana. Entiende que el país debe dar a los inmigrantes el mismo trato humano y legal que reclama para sus emigrantes en Estados Unidos y Europa.
Los obispos haitianos pidieron a los dominicanos interceder ante el Gobierno por la ciudadanía de los dominicanos de ascendencia haitiana, que algunos consideran que no son dominicanos, ¿qué piensa como obispo?
Sí, así mismo.
Dominicanos de ascendencia haitiana. Este es un tema que hace tiempo venimos tratando y que siempre ha estado en nuestra agenda.
Lamentablemente las autoridades en el país no quieren reconocer lo que es la verdad, lo que es un derecho humano, derecho de la persona. Hay una falta de coherencia entre eso que se plantea y que se discute aquí, en las autoridades y en la legislación nuestra.
Una falta grandísima de coherencia con respecto a los reclamos nuestros, de nuestros hermanos dominicanos en otras partes.
Sabemos cómo la gente lucha y busca una nacionalidad en Estados Unidos o una residencia.
O sea, vemos que no nos ponemos a pensar en otras realidades cuando vemos la de nosotros.
La realidad por ejemplo, de los emigrantes dominicanos en Estados Unidos o Puerto Rico y el trato que se le da y la situación que viven en otros países, en Europa.
Nos quejamos y estamos muy en desacuerdo, disgustados por el trato que se les da a los dominicanos en otra parte.
Favorecemos la amnistía en otros países. Entonces, aquí, cuando se trata de nosotros, es un tema que no es válido.
Pero es un tema que siempre estamos defendiendo, porque es cuestión de derechos humanos.
Lo que se está planteando aquí es la creación de apátridas y eso no es admisible en ninguna persona que tenga una sensibilidad social. Una sensibilidad por los derechos de la persona.
El Estado los califica de extranjeros basado en una sentencia de la Suprema y en la Constitución, ¿cuál sería la solución para las personas que tenían documentos y que la JCE les niega la renovación?
Y a jóvenes que han estudiado, y han tenido documento y con ese han estudiado y ahora quieren ir a la Universidad y resulta que no se les reconoce ese documento que han tenido, no se les renueva. Es una injusticia eso. Una injusticia. Es una incoherencia ante los derechos humanos. Es cuestión de que hay una ley que será legal, pero no es justa.
¿No será que los dominicanos se están cuidando de una inmigración tan masiva como la de los haitianos?
También en Estados Unidos, dizque, se están cuidando. Porque hay una inmigración tan grande y tan masiva de toda Sudamérica y el Caribe. Es lo mismo en toda parte.
La idea que tenemos que crear en nuestras mentes es que somos una familia. La familia humana. El papa Juan Pablo II lo ha dicho y Benedicto XVI lo ha ratificado ahora: somos una familia.
Las fronteras son cosas que en nuestras mentes deben desaparecer. Aunque haya fronteras y documentos, pasaportes, para distinguir lo que son los países, en la mente de todo ser humano debe estar este concepto de que somos una familia.
Su Diócesis tuvo a un sacerdote español (Christopher Hartley) que luchó por los derechos de los inmigrantes haitianos y los ancianos desamparados. ¿Sigue este trabajo?
Sí. Sí. La Diócesis ha continuado, de otra manera, porque hay forma de trabajar. Nosotros tenemos otra forma de trabajar.
Sacerdotes que trabajan más en lo oculto, más sin dejarse sentir, sin mucha publicidad, sin mucha cámaras o pantallas. Y hay otros que trabajan en base a pantallas, pero eso es normal… Por ejemplo, el ancianato de San José de Los Llanos tenía unos diez ancianos, que ocupaban las dos habitaciones y la marquesina de una casa de la iglesia; pues ya tienen su hogar, un edificio digno, donde hay unos 20 ancianos.
¿Qué recomienda a los políticos durante esta campaña presidencial?
Que sean más serios. Esa sería la única recomendación. Que sean serios. Es pedir algo como imposible, pero esa es la recomendación, que sean serios, que verdaderamente piensen en el bien común. Cuando la política se hace buscando el bien propio, el bien de un grupito o el bien del partido es una mala política, porque la verdadera, la auténtica, es la que busca el bien común.