“El psiquiatra debe tener un gran sentido humano”

César Mella Mejías arriba a sus 34 años en el ejercicio de la Psiquiatría. Una profesión que eligió cuando cursaba el quinto año de su carrera de médico.

César Mella Mejías arriba a sus 34 años en el ejercicio de la Psiquiatría. Una profesión que eligió cuando cursaba el quinto año de su carrera de médico. Comprobar la situación en que se encuentran los pacientes psiquiátricos, despertó su sentido de solidaridad y tratar de traerlos de vuelta a la realidad, se convirtió en una misión personal. En cuanto a lo político, afirma, que no debe dejársele solo a los políticos y a aquellos que hacen de ella un negocio, por eso defiende la participación de profesionales de diferentes áreas en el terreno político.

Es por esta razón que desde hace un tiempo es militante y actual vicepresidente del Partido Revolucionario Dominicano, pero aclara que por más que trate de aportar desde una organización partidista, para él la Medicina y, sobre todo, sus pacientes, han sido y siempre serán su prioridad.

Asegura sentirse satisfecho, pero con la voluntad y el deseo de aportarle al país, por lo que se define como “un instrumento al servicio de los mejores intereses de las mejores políticas públicas del país”.

1. Serie 23
Nací en San Pedro de Macorís en los años 50. Ese pueblo estaba matizado por mucha actividad cultural y deportiva… y siempre lo que nos llamamos serie 23, la gente de los ingenios, de las Estrellas Orientales, del cangrejo, de los cañaverales, hemos tenido un sello distintivo dentro de lo que es la cultura nacional, y no me refiero solo a los Hermanos Deligne, a Pedro Mir o a otras personalidades importantes, sino a una impronta económica y social que comenzó en los años 20 y que llegó a hacer de San Pedro de Macorís, lo que llamaron el París chiquito.

2. Infancia
Soy hijo de Ramón Mella, un electricista, y de Grecia de Mella, (fallecida recientemente), una operaria de taller de costura. Yo siempre fui un ñoño, un consentido, un apoyado. Era una especie de equilibrio entre el amor, la correa, la corrección y el ejemplo. Recuerdo que en una carretillita pequeña, yo llevaba el resultado del trabajo de costura de mi madre al taller de los que eran los principales fabricantes de camisa de San Pedro de Macorís, la familia Antún, los padres de Quique y sus hermanos. Recuerdo también ir de pesca con los amigos o los boy scout. Recuerdo que mi casa, dentro de la humildad tuvo los primeros teléfonos, la primera televisión, así mismo recuerdo que “Los Reyes”, me trajeron la primera bicicleta, la cual estaba al servicio del barrio. Es decir, que yo le doy mucha importancia a una infancia llena de satisfacciones, pero con límites.

La muerte de mi madre es algo que aún no he podido superar. Mi madre era extraordinaria, única e irrepetible. Sé que no lo he superado por los sueños, los recuerdos recurrentes y por la comparación permanente entre otras personas y la calidad insuperable de mi madre. Verla morir fue devastador. Mi padre es mi principal ayudante, es pensionado de la Corporación Dominicana de Electricidad, hoy CDEEE, él es quien se ocupa de todas mis diligencias. Es un hombre muy lúcido, muy activo. Un hombre humilde, pero con una sabiduría popular que hay que reconocer.

3. Activo
Desde muy temprana edad me vinculé a movimientos en distintas entidades, como la Iglesia Católica en mi condición de monaguillo, a los Boy Scout en mi condición de niño explorador, a las veladas que tenían que ver con actuación, a la pesca, al deporte. Desde niño practiqué béisbol y baloncesto. Es decir, que yo puedo calificar mi infancia como feliz en un medio que parecía seguro, en un lugar multirracial, que comenzaba con los cocolos en el ingenio y con los chinos en el centro de la ciudad y la emigración del Medio Oriente, como los libaneses, árabes y de diferentes nacionalidades, que daban a esa provincia una condición cosmopolitan, y creaba un ambiente cultural extraordinario, donde nacieron los grandes del béisbol, de la novela, de la poesía. San Pedro de Macorís tuvo una base económica y social propicia para que mi generación, que casi toda terminó emigrando hacia los Estados Unidos o a la capital, fuera una generación que disfrutó de todo, dentro del marco de las limitaciones económicas de la época y las limitaciones de expresión, porque mi infancia discurrió en los tiempos de la dictadura de Trujillo.

4. Disciplinado
Era buen estudiante, deportista, disciplinado, dado al chiste, a la broma y siempre muy “agentao”. Me gustaba andar bonito. Recuerdo que las profesoras siempre decían: “traigan sus zapatos limpios como los de Mellita”. En mi casa había una cajita de limpiar zapatos, para que yo limpiara los de la familia y los míos. Hábitos que se han perdido hoy en día, porque como digo yo en un artículo, la crianza de hoy en día es la crianza de los vagos pegados a la computadora, levantándose a las once de la mañana y acostándose a las tres de la mañana. Tengo una hermanita de padre, se llama Mary Mella, es mi secretaria actualmente. Ella es psicóloga clínica.

5. Vida universitaria
Me gradué en San Pedro de Macorís en un colegio episcopal, el Colegio San Esteban y desde muy temprano estuve vinculado a una organización llamada UER, Unión de Estudiantes Revolucionarios, ingresé en la UASD el 11 de noviembre de 1967, después de haberme graduado de bachiller con notas sobresalientes. En la UASD hice la carrera de Medicina, me gradué Magna Cum Laude y durante esa época estuve vinculada a una organización que se denominaba Línea Roja del 14 de Junio. Era una organización de izquierda Marxista Leninista, de la cual me siento muy orgulloso de haber pertenecido, claro, a partir de entonces me fui a Cuba, donde estuve tres años y medio haciendo la especialidad de Psiquiatría.

6. Línea Roja
Eran las épocas de las utopías y de ese tiempo recuerdo a gente como Esteban Díaz Jáquez, que era un alto dirigente de lo que hoy es el PTD. Nosotros en la universidad no buscábamos gran cosa, sino que teníamos que ir a la fábrica a ligarnos a los obreros, era la época de la dictadura del proletariado, de los doce años de Balaguer, y nosotros como jóvenes febriles, creíamos en las utopías, creíamos que el sistema había que cambiarlo a través de la vía armada. En esa vorágine, siempre recuerdo que nunca perdí de vista la actividad estudiantil. Nuestros compañeros eran Iván Grullón, Roberto Santana, Fidel Mejía, Miguel Arias, en fin, gente muy valiosa, todos colocados en una posición de servicio y de éxito en la sociedad. Pero fue una pasantía.

7. El psiquiatra
Hasta el quinto año de Medicina, yo pensaba que sería cardiólogo, por la influencia que tenía en mí el doctor Guarocuya Batista del Villar, exrector de la USAD; pero en el quinto año, mi mentor y guía, el doctor Antonio Zaglul, amigo de mi familia, petromacorisano, me llevó a sus clases al hospital psiquiátrico del “28” y como él mismo dicía, el olor de los pacientes psiquiátricos no me asustó, al contrario, me creó una conciencia de solidaridad y de necesidad de ayuda. En ese momento, finalizando la carrera de Medicina, me decidí por la psiquiatría.

8. Percepción del siquiatra
Lo que decían siempre, y aun lo dicen, es que la Psiquiatría es una carrera para locos, que los psiquiatras, en el fondo, lo que buscan es curarse a sí mismos, que los psiquiatras son tipos raros, es decir que siempre hay una resistencia inicial a que uno se dedique a la psiquiatría, pero esta es una carrera que requiere de un alto equilibrio de la personalidad y un gran sentido humano del ejercicio, porque no se concibe la Psiquiatría sin la necesidad de ayudar a otros, de traerlos a la normalidad dentro de lo posible y de dignificar su condición de “locos”. La gente piensa que un psiquiatra es un tipo raro, o un tipo perfecto o un tipo medio “atronao”. Ninguna de las tres. El psiquiatra sufre, se equivoca, se deprime, se angustia, se angustia cuando se le suicida un paciente, le preocupa la desorganización en que vive el país y el psiquiatra que ejerce con dignidad nunca termina millonario, pero puede tener un estándar de vida saludable, con relación al estándar de vida al que pertenece.

9. Descendencia
Tengo tres hijos: César, que es médico en Houston; Pavel, que es abogado en Alemania y Greisy, que es diagramadora en el Dayli News de Nueva York. Mi pareja es la señora Marisela López, dedicada al mundo de los seguros. Ella es mi segunda esposa, la primera es la madre de mis hijos, es la ingeniera Viannela Estévez. Con Marisela tengo una hija compartida y un nieto. Mis hijos son personas buenas y capaces, porque hay que sembrar con abono. Nunca críes a tus hijos esperando que ellos te van a devolver algo, procura darles todo lo que necesiten hasta la muerte, enseñarles a pescar, no les dé el pescado.

10. Sano encuentro
Me siento muy cómodo trabajando en Multimedios del Caribe, porque ya mi programa cumple 10 años y aquí he tenido todo el respaldo del equipo de radio, televisión y el periódico elCaribe. Comencé en televisión de la mano de dos personas, primero doña Silvia de Pou, porque en su programa en los años 80 yo tenía una sección, y después con el maestro Julio Hazim, en Revista 110, que junto a otros médicos hacíamos el programa que salía los domingos durante varios años. Cumplo 34 años de ejercicio de la profesión y todo lo que he obtenido en el campo académico, investigativo, en el campo de la asistencia pública y privada, en el campo sindical y en el político, ha sido de mi entera satisfacción. Claro, todo lo que he obtenido, procediendo de clase media baja, ha sido en base al trabajo constante, a la seriedad en mi trabajo y sobre todo a un patrón de relaciones interpersonales muy diáfano, muy transparente y muy solidario.

“No abandonaré a mis pacientes”

Muchos pacientes se sienten celosos porque temen perder al médico en esa vorágine de la política. El paciente siente al médico como suyo, incluso, hay pacientes que tienen la foto de su médico en su casa y nos dicen: “Doctor, después de Dios, usted” , y eso representa una gran presión , que yo aprovecho para decirles a mis pacientes, que son miles durante muchos años, que no les fallaré, que respeto sus credos, sus creencias y sus simpatías políticas, que cuando entran a mi consultorio, no entran a una reunión política, sino a una reunión humana, de solidaridad y de ayuda. El psiquiatra no es un hombre apolítico, ni apartidista. Yo defiendo la participación de los profesionales en la política, porque la política no se les puede dejar solo a los políticos de carrera, es decir, a los que viven de eso, a los que viven de las campañas, y de los negocios de la política. Siempre debe haber sectores de clases profesionales que empujen con cierto grado de seriedad y consistencia los proyectos de engrandecimiento de la patria. Tan pronto se firmó el acuerdo entre el PLD y el PRD se está rumorando que yo iría a un puesto gubernamental, ahora, o después del 16 de agosto, y quiero decir que no aspiro a ningún puesto en el gobierno, ni municipal, ni congresual, ni en cuerpo diplomático, ni en el gabinete del gobierno. Ahora, el hecho de no aspirar no implica que yo no sea una pieza a disposición de las mejores políticas públicas del país. Hasta el momento todo eso es un rumor.

Confianza
cuando los pacientes entran a mi consultorio, no entran a una reunión política, sino a una reunión humana, de solidaridad y de ayuda”.

Derechos
La lucha por los derechos humanos de los pacientes psiquiátricos ha sido muy larga, aún no la hemos ganado, pero se han hecho grandes esfuerzos”

Equivocados
La gente piensa que un psiquiatra es un tipo raro, o un tipo perfecto o un tipo medio “atronao”. Ninguna de las tres”.

Un ser humano
El psiquiatra sufre, se equivoca, se deprime, se angustia cuando se le suicida un paciente, le preocupa la desorganización del país ”.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas