Sergio Vargas: “En la política se impone el poder del dinero”

Con él no puede hablarse de otra forma que no sea franca y abiertamente. No pasó mucho tiempo para dejar aflorar el dolor de no haber podido disfrutar del amor y la compañía de su madre, quien murió, según afirma, víctima de negligencia médica,&#8

Con él no puede hablarse de otra forma que no sea franca y abiertamente. No pasó mucho tiempo para dejar aflorar el dolor de no haber podido disfrutar del amor y la compañía de su madre, quien murió, según afirma, víctima de negligencia médica, en la sala de emergencia de un hospital de Villa Altagracia cuando él tenía seis años.

De Ana, como se llamaba su madre biológica, tiene pocos recuerdos, no así de doña Goya, su abuela, de quien afirma recibió grandes lecciones de vida y a quien le unía una hermosa relación de amor y complicidad. Basta mencionarla para que sus ojos se iluminen y la añoranza de los días a su lado le dibujan una sonrisa. No niega que posee un carácter rebelde pero asegura que es un ser humano lleno de amor, que no soporta la injusticia, la hipocresía y la mentira. Esta entrevista la concedió el ser humano que lleva en su corazón el dolor de la muerte de su madre y el recuerdo inmortal del amor de su abuela Goyita.

1. La niñez
Lo que más recuerdo de mi infancia es que la gente era buena y noble. Había mucha pobreza, más miseria no. Yo mismo era de los que confundía los términos, pobreza y miseria. Pobreza es escasez de alimento, de vestido, la miseria humana es la falta de dignidad. Nosotros vivíamos en medio de mucha pobreza, pero no conocíamos la miseria. Nací en el tiempo en que la industria azucarera era el principal soporte económico, con la dificultad que representaba ser empleado móvil, es decir, durante la zafra que duraba de cuatro a cinco meses había desayuno, comida y cena, cuando venía el tiempo muerto, que era cuando se acaba la caña, nada más aparecía una. No me gusta hablar de esas cosas porque hay gente que puede decir: “mira a este, ahora tratando de que le cojan pena”. Además porque esa es una realidad que le ha tocado a una gran parte de la población dominicana, pero nadie puede cambiar el pasado y nadie puede vivir sin su pasado. En ese tiempo, un profesor ni ningún adulto tenía que hacer mucho esfuerzo para que un niño obedeciera, había una gran integración entre padres y profesores. No sé como era en la gran ciudad, pero a nosotros nos educaron en valores.

2. Antes y después de mi madre
Hasta que mi mamá murió éramos cinco hermanos. Después mi papá se casó con, la que digo yo, que era la última madrastra que quedaba. Me refiero a mi madrastra Moma, porque aceptó casarse con ese hombre, Sergio Vargas, padre, sabiendo que ese señor no traía ni riquezas, ni herencia, no era un ganadero ni un comerciante, solo un hombre sencillo, viudo, con cinco muchachos con los que ella iba a tener que cargar. Hoy los cinco y los cuatro que ella tuvo con mi papá, cuatro de mis hermanas queridas, representamos nueve hijos para ella. Recientemente se cayó de sus propios pies y se rompió la cadera, está acostada y nosotros hacemos todo para que ella se recupere rápido.

3. Pocos recuerdos de Ana
De Ana, mi madre, recuerdo muy poco. Mi madre murió prácticamente asesinada. Yo tenía como seis años. Digo que fue asesinada porque ella fue al hospital público de Villa Altagracia y le dijo al practicante, porque ahora hay médicos, antes eran practicantes, que no le pusiera penicilina que ella no la resistía. El tipo se la puso y ella no vivió una hora más después de eso. Es muy poco lo que me puedo acordar de ella. Pero su legado se mantiene vivo. Ya perdoné a quienes la mataron, aunque al principio me negaba a hacerlo. Todos los hospitales públicos del país, en la época que murió mi mamá carecían de médicos, eran unos señores y señoras que llaman “Norses y Norsas”, practicantes y se consumía una gran cantidad de alcohol entre esa gente en ese entonces.

4. Mi padre y Moma
Era muy pequeño, apenas seis años, cuando murió mi madre, pero debo decirte que mi padre jugó un gran papel y ahí entra Moma que también fue un gran soporte y mi abuela Goyita. Todos ellos trataron de que nosotros no careciéramos de afecto. Yo era el mayor cuando murió mi madre, y sólo tenía seis años, por eso estoy casi seguro de que mis otros hermanos no se acuerdan de ella.

5. Las cosas de la abuela
Goyita siempre nos decía: “mis hijos no deban favores, deban dinero, ella usaba mucho una frase que después yo se la escuché a un amigo en Nueva York, que se llama Julio Alcántara, un hermano mío de La Romana que vive en Nueva York. La frase era que “el traidor no paga ni con la muerte”, yo le decía que me explicara eso y ella me decía: “así es, porque un traidor al momento de morir le deja eso como herencia a sus hijos. Si un día, el hijo de un traidor va por ahí a hacer algún negocio, va a escuchar que alguien le va a decir al otro: ten cuidado que el papá de ese era un traidor del diablo”. Eso me enseñó que los padres deben tener cuidado porque terminan dejándole a uno las cosas buenas, pero también las malas.

6. Niño distraído
En la escuela yo era ahí, ahí. Era medio distraído. Aunque era travieso como todo niño. Mi papá era fuerte corrigiendo, por eso yo no creo en consejo sin correa. Una vez no recuerdo que fue lo que hice y mi papá me midió, yo cogí los primeros dos piñazos pero al tercero me mandé y mi papá, que no era fácil, me entró a pedradas en la calle.

7. Hombre rebelde
Reconozco que soy rebelde. Esa rebeldía me acompaña desde la muerte de mi mamá, porque nunca lo acepté. Luego, practicando activismo, yo soy miembro fundador del Partido de la Liberación Dominicana aquí en mi pueblo, soy miembro del primer círculo de estudios, que no es más que una gran escuela formadora de líderes. Yo viajé de la nada a la fama y del hambre a los alimentos, y me he mantenido muy despierto por nunca haber aceptado drogas, ni alcohol, he tenido que, a sangre fría, vivir en medio de todo eso. No me considero agresivo, pero si rebelde. Lo que pasa es que muy despierto he visto cómo es que son las cosas. Este país está lleno de cosas mal hechas en cualquier lugar. Cualquiera que esté bien despierto podrá darse cuenta de la cantidad de injusticia, del modelo tan cuestionable que tenemos de sociedad, la gran incapacidad que hemos tenido de convertir este país en una gran nación. Cada vez que voy a las giras por los Estados Unidos me doy cuenta de que cada paso que uno da en cualquier ciudad de allá cuesta dinero, pero si caminamos aquí parece que en vez de ir rumbo a convertirnos en un gran país, lo que vamos es involucionando.

8. ¡Reprobado en arte!
Yo pasé de segundo a tercero y de tercero a cuarto del bachillerato debiendo la materia de Educación Cívica, porque era muy tímido para ponerme a cantar o recitar delante de los demás. El profesor ya no hallaba que hacer conmigo, hasta que un día, nosotros los muchachos nos bañamos debajo de un puente que había cerca de nuestra casa. Acababa de salir el merengue Chouí Chouí, interpretado por Sandy Reyes con los Beduinos de Wilfrido Vargas, Sandy es uno de los modelos que yo tomé para cantar, estaba yo cantando ese merengue debajo de ese puente con ese eco que se escuchaba ahí y el profesor iba pasando y preguntó: ¿quién es que canta ahí? y se agacha y dice: “pero ese es Sergio”. El lunes cuando volvimos al colegio me dijo: “Sergio (Keo) Vargas póngase de pie y cante para resolverle este problema, que usted se está haciendo el loco y no va a poder graduarse de bachiller”. Cuando me dijo así, arranqué de una vez. Ese fue el que me descubrió como cantante. 

9. El festival de la voz
Yo participé en el último Festival de la Voz que realizaba el maestro Rafael Solano, en esa época en que se hacían verdaderos festivales de la voz, no como ahora que cualquier carajo que no sabe nada de música evalúa a los participantes en estos eventos y muchas veces le hacen desistir de su sueño, teniendo calidad para convertirse en artistas. Yo gané el segundo lugar en ese festival y ya tu sabes la alegría de la gente de mi pueblo. Fue una gran celebración.

10. Político
En esta sociedad el poder más grande que existe es el dinero, pero más grande es el poder político, pero más poderosa es la credibilidad pública, por eso yo fui diputado, porque la clase política de Villa Altagracia perdió esa credibilidad. Fíjate en el Congreso Nacional, lo que más encuentras ahora son ricos, porque gente sin liderazgo político, pero con dinero logran llegar a ocupar un puesto en el Congreso. Cuando yo fui candidato que gané la diputación, al otro día de juramentarme, en el banco no me quedaba un solo peso de lo que yo me gano trabajando, pero luego en el camino, al salario que me pagaban en la Cámara de Diputados yo tenía que ponerle dos o trescientos mil pesos al mes para atender las necesidades que se generaron en torno a mi curul. Esa es la verdad de la que no se habla aquí, por eso vaya mi respeto para los Diputados porque creo que muy pocas autoridades cogen la canquiña que coge un diputado en su comunidad, a parte de que es visto muchas veces como un delincuente.

El inolvidable gran amor de Goyita

Doña Goya era mi abuela materna. Con ella viví gran parte de mi vida. Fuimos un equipo. Yo sabía que ella no era mi mamá y ella sabía que yo no era su hijo, pero el amor que nos profesamos llegó a crear situaciones de celos, específicamente en uno de sus hijos que me lo sacó en cara. Goyita fue y es la simbología que trataré de mantener viva en el seno de la familia porque era una señora con carácter que, a mí particularmente, me ayudó muchísimo para ser la persona que soy, en una sociedad tan extraña como la nuestra que no te envía un mensaje halagador, que no es un modelo a seguir, entonces se necesitan padres y madres como Goyita por ejemplo. Ella fue quien me formó para ser alguien que en lugar de destruir construya un modelo nuevo de sociedad. Ella era seguidora del profesor Juan Bosch, por ella pude dirigirme muy jovencito hacia la casa del profesor Juan Bosch y escucharlo hablar muy claro de cómo son las cosas y de cómo es este país y no hemos evolucionado, porque yo estoy seguro que lo mismo que preocupaba a Duarte, Sánchez y Luperón era lo mismo que preocupaba a los hombres de bien de hoy día y entre ellos a Juan Bosch.

Lleno de amor
A pesar de mi rebeldía, soy un ser humano lleno de amor para dar pero no puedo evitar indignarme ante la injusticia y la mentira”.

Agradecido
Siempre digo que viajé de la nada a la fama y del hambre a los alimentos, por eso y  por la gente buena que he encontrado soy muy afortunado”.

Cauteloso
Si yo tengo una relación de amistad con alguien, yo cierro los ojos para ver lo que hay dentro de esa persona y saber si puedo confiar en ella”.

Sin rencores
Los hospitales públicos del país, en la época que murió mi mamá, carecían de verdaderos médicos, pero ya perdoné a quienes la mataron”.

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